lunes, 5 de noviembre de 2012
Homosexualidad ¿Naces o te haces?
El debate sobre la homosexualidad no ha dejado de interesarle a la humanidad durante siglos. Algunos dicen que ser gay está mal, otros sostienen que la homosexualidad “se cura” otros afirman que no te puedes curar si “naces gay” y otros más dicen que preferir parejas del mismo sexo es una elección.
¿Quién tiene razón? ¿La religión? ¿Los opositores de la comunidad LGBT? ¿La comunidad LGBT? ¿La ciencia? Eso lo decide cada quien, pero por lo pronto, la editora del portal Bits en Imagen nos traen lo que la ciencia tiene que decir.
Genes
Se sabe gracias a varios estudios de adopción de gemelos, que la preferencia sexual tiene un componente genético. Es más probable que un hombre gay tenga un hermano biológico gay, que uno heterosexual. Las lesbianas tienden a tener más hermanas gay que heterosexuales.
En 1993 la revista Science publicó un estudio que mostraba que familias con hermanos homosexuales tendían a tener ciertas marcas genéticas en una región de cromosoma X conocido como Xq28. Esto llevó a una discusión mediática sobre la existencia de un “gen gay” y sobre la ética de abortar un “feto gay”. También se publicaron en el pasado titulares sobre los “genes alcohólicos” o “genes guerreros” que hacen a las personas particularmente agresivas.
Sin embargo, los genes no controlan el comportamiento por completo. Estos regulan la producción de aminoácidos, que se combinan para formar proteínas. La existencia o ausencia de una proteína puede tener efecto en cosas como la tolerancia al alcohol o el estado de ánimo.
Afectar algo no es tener completo control sobre él.
Además de la genética, el ambiente juega un rol importante en el desarrollo del comportamiento. El alcoholismo es común en las familias no nada más por el componente genético, sino porque los niños aprenden a lidiar con el estrés al emular el comportamiento de sus padres y hermanos mayores ante situaciones estresantes.
Entonces, si provienes de una cultura más bien abstemia, sin importar cómo metabolices el alcohol, es poco probable que te conviertas en un alcohólico.
Lo mismo ocurre con el “gen guerrero” que contribuye a la agresión. Los niños aprenden a comportarse de manera agresiva cuando son testigos de la aprobación de la violencia. Si en lugar de eso creces en una familia en la que la agresión está mal vista, será más fácil que aprendas a controlar impulsos violentos.
Lo mismo ocurre con las tendencias amorosas y sexuales.
A lo largo de la historia, los matrimonios han sido influenciados por relaciones familiares y necesidades económicas. La gente se adhiere a las limitantes de la monogamia a pesar de sentirse atraídos hacía personas fuera de sus matrimonios.
La cultura de cada persona afecta su opinión sobre la homosexualidad. En algunas sociedades es aceptada, en otra se tolera de mala gana y en otras más es una ofensa criminal grave y castigada por la ley. En la antigua Atenas el comportamiento homosexual masculino era cosa de todos los días, y en la actual Nueva Guinea es una práctica ritual.
La crianza influye en lo que encuentras deseable y lo que te parece repulsivo. Lo que hayas aprendido sobre la homosexualidad cuando eras joven afectará el que consideres involucrarte en actos homosexuales algo atractivo o asqueroso.
Algunas personas argumentan que si eres “genéticamente gay” pero tan sólo pensar en la homosexualidad te provoca nauseas, es que no has aceptado tu verdadera naturaleza. El argumento parte de asumir que la preferencia sexual es puramente biológica; por lo que siquiera discutir las posibles causas de ella está fuera de lugar.
El cerebro
La estructura cerebral puede influenciar las preferencias sexuales. En 1991, un estudio publicado en Science mostró que el hipotálamo -que controla la liberación de las hormonas sexuales desde la glándula pituitaria- es diferente entre hombres gay y hombres heterosexuales. El tercer núcleo intersticial del hipotálamo anterior (INAH3) era el doble de tamaño en los hombres heterosexuales. Sin embargo, el estudio fue severamente criticado, las pruebas se obtuvieron en autopsias en las que se cree que los pacientes homosexuales habían muerte por complicaciones derivadas del SIDA.
Años después, en 2001, se demostró que el estado de VIH no tiene ningún efecto relevante en INAH3, aunque a diferencia de su predecesor, tampoco demostró diferencia en su tamaño entre hombre gay y heterosexuales. Sin embargo, demostró que las neuronas dentro de INAH3 están más cerca una de otra en el cerebro de los hombres gay.
En 2008 estudios PET (tomografía por emisión de positrones) e IRM demostraron que las dos mitades del cerebro son más simétricas en hombres homosexuales y mujeres heterosexuales que en hombres heterosexuales y mujeres homosexuales. Además, los estudios revelaron el parecido entre las amígdalas de hombres gay con mujeres heterosexuales; en el caso de las mujeres gay sus amígdalas también son similares a las de los hombres heterosexuales. Las amígdalas tienen muchos receptores de hormonas sexuales y se asocian con el proceso de emociones.
Los hombres y mujeres gay, son más proclives a ser zurdos o ambidiestros que las mujeres y hombres heterosexuales, de acuerdo a varios estudios. Algunos investigadores sugieren que la diferencia en habilidad-preferencia de una mano sobre la otra, puede observarse en los fetos y se relaciones con las diferencias en el cuerpo calloso que une a las dos mitades del cerebro.
Otros estudios demostraron diferencias en el tamaño de este entre cerebros de personas gay y personas heterosexuales. Sin embargo, otros más no lo detectaron.
En 1992, un estudio mostró que la comisura anterior, una conexión más pequeña entre los dos hemisferios, es más grande en los hombres homosexuales. Sin embargo, de acuerdo a un estudio realizado diez años más tarde, el tamaño de la comisura no afectaba la orientación sexual.
Sabemos gracias a la experimentación con ratas, que la exposición a hormonas sexuales en el útero durante un periodo crítico en el desarrollo del cerebro, afecta el futuro de la orientación sexual. Al manipular los niveles hormonales durante un tiempo determinado, los científicos pueden hacer que las ratas muestren comportamientos homosexuales más adelante.
Entonces, el cerebro influencia la preferencia sexual desde antes de que una persona haya nacido. Lo cual podría explicar porque hay gente homosexual que siente que ha sido gay desde que nació.
Sin embargo, el crecimiento del cerebro no se detiene en el nacimiento. Una gran parte de este ocurre durante la infancia, cuando las personas aprenden muchas cosas, incluyendo las creencias de las personas a su alrededor y el comportamiento que estos creen es aceptable.
La educación que una persona recibe cuando es un niño afecta el desarrollo de su cerebro a medida que crece. Por ejemplo, los niños con entrenamiento musical experimentan cambios en las áreas del cerebro asociadas con el oído y el control motor. Con las experiencias correctas, tu cerebro puede cambiar incluso después de haber llegado a la edad adulta.
Ejemplo de ellos es el incremento de materia gris en áreas cerebrales asociadas con las habilidades necesarias para los afinadores de piano profesionales, o los taxistas. El tamaño de esta se relaciona directamente con el número de años de experiencia.
En otro experimento, sujetos de edad avanzada aprendieron a hacer malabares y a la vez incrementaron la material gris en partes de su cerebro.
Con la rehabilitación apropiada, las personas que sufrieron daños cerebrales por un infarto, pueden generar nuevas conexiones neuronales y recobrar algunas de sus antiguas habilidades.
Aunque las regiones del cerebro que mostraron cambios debido al entrenamiento y experiencia no son las que se asocian con la preferencia sexual.
Sin embargo, las mujeres experimentan cambios en la estructura del hipotálamo -que se presume está asociado con la orientación sexual- a lo largo de su ciclo menstrual. Hasta el momento, los intentos por “curar” la homosexualidad operando el cerebro- a los homosexuales solían practicarles lobotomías- nunca han funcionado.
Los intentos por eliminar la homosexualidad con terapia hormonal tampoco han sido efectivos. Aunque los cambios en los niveles hormonales durante momentos específicos del embarazo pueden tener efecto en la preferencia sexual futura, no la tienen después. Hombres heterosexuales y homosexuales tienen el mismo nivel de hormonas sexuales y lo mismo ocurre con las mujeres.
Sin embargo, la humanidad ahora tiene un conocimiento más profundo del cerebro y de la homosexualidad. Es posible que algún día podamos ajustar la preferencia sexual por medio de cirugía – enfocándonos en regiones particulares del cerebro que se asocian con la preferencia sexual- o por medio de implantes o entrenamiento.
¿La preferencia sexual puede cambiar?
Incluso se las personas homosexuales jamás dejaran de sentirse atraídas hacia miembros de su mismo sexo, eso no implica que no pueden aprender a no actuar sus deseos. La gente aprende a dejar de fumar, a abandonar ciertos alimentos y a serle infieles a sus cónyuges.
Si la definición de gay (en su concepto tradicional occidental) es demostrar comportamientos homosexuales, entonces en cuanto no se demuestran, los individuos dejan de ser gay.
La pregunta entonces es ¿deberían detenerse? De ser posible cambiar sus cerebros para ser heterosexuales ¿es un procedimiento deseable?
Si la preferencia sexual puede alterarse, entonces el argumento de los activistas pro gay de que las personas homosexuales deben gozar de protección a la discriminación porque “no tienen otra opción más que ser gay”, se invalida. Y es que este parece más una disculpa, como si la homosexualidad fuera una enfermedad sin cura.
Esta aproximación al problema es más homofóbica de lo que parece.
El “los gay no pueden evitar serlo” recuerda a la antigua percepción sobre la homosexualidad como una enfermedad psiquiátrica. Entonces el matrimonio gay es un equivalente a las rampas para sillas de ruedas.
Algunos opinan que no es necesario defender una acción controversial argumentando que no se tiene control sobre el comportamiento. Al hacerlo, por el contrario, se refuerza la creencia de que el comportamiento es indeseable. Nadie debería necesitar probar que las fuerzas de la biología lo obligan a preferir un partido sobre otro en tiempos electorales, ni tampoco para preferir el budismo sobre el judaísmo (o cualquier otra creencia) ser vegetariano o amante del bife.
Algunos otros argumentan que el poder de la biología es importante, pues se enfrenta –entre otras fuerzas- a la política y a la religión.
Pero la ciencia no puede adaptarse ni servirle a ninguna de las previamente mencionadas. Esta sólo depende de la investigación y de los hallazgos que cambian el panorama constantemente.
Entonces, al igual que la gente gay que es feliz siendo gay debe tener el derecho a mantenerse como es, aquellos homosexuales que deseen “cambiar” sus preferencias sexuales de tener la opción, deberían tener el derecho a hacerlo.
¿Tú qué opinas?
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