Esto se explica por la inversión de valores que predomina en nuestra sociedad ya que lejos de ver a los tránsfugas como traidores, se les rinden pleitesías propias de quienes han realizado una noble y loable hazaña. En esto han caído tanto el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) como el de la Liberación Dominicana (PLD).
La motivación principal de los tránsfugas es el oportunismo, aunque no podemos ignorar que, en ocasiones, en el paso de un partido a otro influye el maltrato, como sucedió con el influyente funcionario del gobierno perredeísta de Hipólito Mejía, Rafael Calderón, quien se fue con el PLD que además le garantizó la senaduría por Azua.
Casos similares, pero a la inversa, son los de Luis Ynchausti y Taína Gautreau, viejos dirigentes del PLD, quienes fueron ignorados y echados a un lado por el candidato presidencial del partido morado y su equipo, quienes desestimaron las ofertas de estos para integrarse a la campaña política de su partido y se fueron al PRD.
En ambos casos, los desertores entienden que la agrupación a la que se acercan, a última hora, constituye una opción de poder y eso es lo que importa, porque si fuera, como alega la polémica Taína, que se va del PLD por razones morales, no se hubiera integrado al otro gran partido del sistema cuyo gobierno no fue, precisamente, un ejemplo de moralidad.
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