Mostrando como pruebas un video, cartas, intercambio de mensajes de un teléfono Blackberry y radios de comunicación, la comandancia de la Policía Nacional y la Fiscalía de Santiago señalaron hoy al joven Julio Ismael Veloz Acosta, estudiante de término de arquitectura de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), asesinado en Moca, como cabecilla de la banda que amenazaba de muerte, si no entregaba 5 millones de pesos, al empresario Fernando Rosario, propietario de Cecomsa.
En conferencia de prensa encabezada por el jefe de la Policía Nacional, mayor general José Armando Polanco y la fiscal de Santiago, Yeni Berenice Reynoso Gómez, el coronel Ney Bautista, informó que el pasado 11 de octubre un joven llevó una carta a la casa de Fernando Rosario en la cual solicitaba cinco millones de pesos, uno por cada miembro de su familia. Las cámaras de la residencia captaron al joven en cuya misiva se declara portador de VIH y le solicita al empresario no enterar del asunto “ni a sus influencias políticas, ni a la prensa ni a la Policía”.
La segunda carta –según el coronel Bautista- fue llevada el 26 de octubre a Cecomsa, empresa ubicada en la carretera Luperón de Santiago, con cinco navajas, un radio conexión (llamado boquitokis) y un tubo de ensayo con una sustancia rojiza. La misiva tenía las instrucciones para que Rosario, conduciendo solo y sin tintado en el vehículo, entregara los cinco millones de pesos en la carretera que conduce a Moca.
“Con esos datos se desarrolló un operativo a través de la Fiscalía con un agente encubierto para contactar a las personas que amenazaban la familia Rosario”, expuso el coronel Bautista.
Del hecho en que fue asesinado el estudiante de PUCMM, la fiscal Yeni Berenice Reynoso aseguró que “cuidamos la legalidad de las acciones” y según “las pruebas recolectadas indican que el joven participó de la amenaza”.
La representante del Ministerio Público dijo que desde el principio de la investigación establecieron que se trataba de una persona con cierta preparación académica porque la ortografía de las cartas era correcta. A su juicio “no era delincuencia habitual”.
Reynoso confesó que el joven asesinado era parte de una “estructura, no es una sola persona. La investigación sigue. Este caso no está concluido”.
El reclamo estudiantil
Partiendo del Gran Teatro Cibao, compañeros y compañeras de Julio Ismael Veloz, el joven asesinado por la Policía en Moca, realizaron una caminata hasta la funeraria Blandino. Llorosos e impotentes vociferaban “Policía no me mate” por las calles de la ciudad. Reclamaban que se “quitara el lodo” que la Policía había tirado sobre el estudiante de arquitectura y voluntario de distintas organizaciones de PUCMM.
Partiendo del Gran Teatro Cibao, compañeros y compañeras de Julio Ismael Veloz, el joven asesinado por la Policía en Moca, realizaron una caminata hasta la funeraria Blandino. Llorosos e impotentes vociferaban “Policía no me mate” por las calles de la ciudad. Reclamaban que se “quitara el lodo” que la Policía había tirado sobre el estudiante de arquitectura y voluntario de distintas organizaciones de PUCMM.
Vía las redes sociales y teléfonos inteligentes, los estudiantes de PUCMM convocaron a la caminata que congregó a decenas de personas. Rosa Gómez calificó de excelente estudiante y mejor persona a Julio.
“Era parte del cuerpo de voluntarios de la universidad, orientaba a los estudiantes de nuevo ingreso y a los extranjeros que venían en el programa de intercambio”, aseguró la joven matriculada en Comunicación Social.
Mibra Díaz Reyes, estudiante de Derecho, dijo que el perfil del “delincuente” señalado por la Policía está divorciado del estilo de vida de Julio. “Reclamamos que se limpie moralmente. Lo que están diciendo es mentira, que era un estafador.
“Es una injusticia”
Karina Rivera conoció a Julio desde que entró a la universidad. “Se trasnochaba para ayudarme hacer las tareas, ayudaba a todo el mundo, él trabajaba, no le atraía el dinero fácil. Estamos cansados de la Policía y del gobierno que se roba nuestro dinero”, se quejó frente a las dos patrullas –repletas de uniformados- que llegaron a cuestionarles a media mañana a la entrada del teatro.
Karina Rivera conoció a Julio desde que entró a la universidad. “Se trasnochaba para ayudarme hacer las tareas, ayudaba a todo el mundo, él trabajaba, no le atraía el dinero fácil. Estamos cansados de la Policía y del gobierno que se roba nuestro dinero”, se quejó frente a las dos patrullas –repletas de uniformados- que llegaron a cuestionarles a media mañana a la entrada del teatro.
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