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martes, 10 de septiembre de 2013

'Squirt': mitos y verdades sobre la eyaculación femenina

Sexualmente hablando, el cuerpo de la mujer ha sido, a lo largo de la historia, una caja de sorpresas. Primero se sospechó que el género femenino podía sentir placer durante el sexo, luego vino el tema del controvertido punto G y hace tiempo que se ha descubierto que ellas tienen, como sus colegas varones, próstatas y pueden también eyacular.


Las mujeres que creían que se orinaban cuando experimentaban un orgasmo y dejaban la cama perdida –hecho que les acarreaba más de un trauma y mucha vergüenza ante sus amantes–, están de enhorabuena y rabiosa actualidad, en parte gracias a la industria del porno, que ha popularizado el squirt –vocablo inglés utilizado para denominar a la eyaculación femenina– y lo ha convertido en un género más dentro del sector, como son los vídeos de maduritas, grannies –abuelas–, pollas grandes, pechugonas o sexo casero.

Existen portales especializados con cintas en las que pueden verse a chicas expulsando con fuerza fluidos salidos de sus vaginas, al tiempo que dejan a su compañero/a de juegos como recién salido de la ducha. La practica cuenta también con su reina indiscutible: la actriz porno americana Cytherea, que domina el arte del squirting. Claro que también abundan los trucos de aspirantes a estrellas, que se introducen líquidos en sus partes y que luego lanzan en el momento justo, o micciones que intentan hacerse pasar por lo que no son. Todo para simular lo más deseado del momento: la eyaculación femenina.

La respuesta a la pregunta de por qué unas mujeres eyaculan y otras no, está en las glándulas de Skene, que son las que expulsan el liquido que se genera en el punto G o próstata femenina. El tamaño de estas glándulas varía en cada mujer y según estudios llevados a cabo por el doctor Emmanuele Jannini, de la Universidad de L’Aquila, en Italia, tenerlas de una talla más reducida podría hacer que el fluido de la eyaculación se vaya a la vagina y no salga al exterior, lo que explicaría la ausencia de este fenómeno.

El sexólogo Francisco Cabello Santamaría, director del Instituto Andaluz de Sexología y Psicología, llevó a cabo, en 1996, un experimento en el que analizó la orina de 24 mujeres después de tener un orgasmo y en todas las muestras encontró antígeno específico prostático (PAS), un componente del líquido eyaculatorio femenino. Parece ser que todas las mujeres eyaculan, pero tan solo algunas lo hacen de forma espectacular y a la manera masculina. Cabello cree que el tamaño de las glándulas y su número es lo que impide que muchas mujeres no puedan emular las hazañas de Cytherea, “hay limitaciones anatómicas, pero eso no influye en la calidad del orgasmo. Eyaculación y orgasmo son cosas distintas, aunque a menudo vayan juntas. De hecho, muchas mujeres que eyaculan lo hacen antes de llegar al climax”. A Cabello no le extraña que este asunto cree hoy tanta expectación, “lo que me resulta increíble es que antes no hubiera este interés. Del líquido eyaculatorio femenino se ha hablado siempre hasta que a finales del siglo XVI se inventó el microscopio y entonces perdió interés, al descubrirse que estaba desprovisto de espermatozoides”.

La sustancia que se expulsa durante el squirt puede ser transparente o de aspecto blanquecino y se forma en la próstata femenina, localizada en el punto G, la zona de mayor sensibilidad dentro de la vagina, ya que el clítoris –que posee más de 8.000 terminaciones nerviosas– se introduce hasta ocho centímetros en el interior de esta. Existe, por así decirlo, un “pene interno” que hace que esta área sea más rugosa al tacto. Como ocurre con el esperma masculino, el fluido expulsado en la eyaculación femenina siempre ha sido objeto de mitos y leyendas. Antiguamente se le conocía como “elixir de la vida eterna” o Amrita, que en sánscrito significa “sin muerte”.

Hace tiempo que Deborah Sundahl, educadora sexual con residencia en Santa Fe, EEUU, empezó a hablar del tema, hasta convertirse en la gurú de la eyaculación femenina. Sus cursos, vídeos y su libro Female ejaculation and the G Spot –La eyaculación femenina y el punto G – (Hunter House, 2003) han iniciado a muchas en el arte del squirting. Sundahl sostiene  a S Moda que “todas las mujeres pueden eyacular porque todas tienen la misma anatomía”. “El punto G es la próstata femenina y la eyaculación es fluido prostático. Todas podemos liberar a la auténtica mujer que llevamos dentro porque el orgasmo del punto G es físico y envuelve a todo el cuerpo. Hay que hacer determinados movimientos, abrir la laringe y disfrutar. Empezar a aprender despacio y con ritmo. Si se corre demasiado, como en las películas porno, no se podrá sentir la intensidad y las exquisitas sensaciones del punto G. Todo un mundo de dicha erótica está esperando a las mujeres con este tipo de orgasmo”.

Cuando Sundahl lanzó su primer vídeo, How to female eyaculate: Find your G-Spot –Como conseguir la eyaculación femenina: Encuentra tu punto G-, en 1992, nadie hablaba del tema. Ahora es tendencia. “La eyaculación femenina ha pasado a ser un asunto de interés en parte debido a las películas porno”, admite Deborah, “pero el porno es entretenimiento, no educación. La gente quiere saber más sobre sexualidad porque esto les ayuda a conseguir más felicidad con el sexo, ya que así se convierten en mejores amantes. Las mujeres, por ejemplo, siempre han tenido más problemas que los hombres a la hora de obtener orgasmos porque no sabían de la existencia de la próstata femenina. ¿No tendrían ellos esas mismas dificultades si desconocieran que contaban con un pene? Es una cuestión feminista y ha llegado la hora de que empecemos a disfrutar de una sexualidad más plena”.

Para quienes quieran iniciarse en la practica del squirting, ahí van unos consejos básicos.

1. Colocar lubricante en los dedos cordial y anual y empezar a estimular el clítoris por fuera, lo que hará que este se ponga erecto y la zona del punto G sea más palpable. Pasado un tiempo se introducen los mismos dedos, con la palma de la mano hacia arriba, en la vagina y se localiza el punto G, una zona rugosa justo detrás del hueso pubico. Mover los dedos hacia delante y atrás -como cuando hacemos un gesto a alguien para que se aproxime-.

2. Masajear la zona variando los movimientos: circulares, de presión, más o menos rápidos… Si hay una sensación como de ganas de orinar es que estamos haciendo bien el trabajo.

3. Combinar con los ejercicios de Kegel –contracción de los músculos vaginales- y seguir intentando hasta conseguirlo.

Una advertencia, evitar practicar sobre la colcha que nos dejó en herencia la abuela.

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