Sin embargo, este problema de envergadura pública podría prevenirse con el consumo regular de probióticos, esenciales para fortalecer la microbiota intestinal mejor conicidad como flora intestinal.
Ana Isabel Burguete, especialista del Instituto de Salud Pública, indica que en la microbiota intestinal existe en promedio 100 mil microorganismos, 10 veces más que células en el cuerpo humano.
La importancia de estos organismos se encuentra en su capacidad de sintetizar elementos importantes para la vida: vitamina K y ácido fólico. Además de ello, pueden influir en el peso de los niños y adultos.
Burguete señaló, en la apertura del simposio internacional “Microbiota Intestinal Humana en la Salud y Enfermedad”, que contó con el apoyo del Instituto Danone de México, que la microbiota regula el almacenamiento de energía que se consume y gasta. Dependiendo del tipo de bacteria que predomine en el estómago así será la respuesta de inmune y de metabolismo, ya que la obesidad es una enfermedad de desorden metabólico e inflamatorio.
Además de la obesidad, la flora intestinal puede afectar incluso en la personalidad y ánimo de las personas y también en enfermedades recurrentes como la diarrea, menciona Teresa Abreu, gastroenteróloga endoscopista del Instituto Mexicano del Seguro Social.
¿Cómo mejorar tu Microbiota intestinal?
Para conseguir es necesario integrar a tu dieta una dosis de probióticos, los cuales puedes obtenerlos a través de dos fuentes, de acuerdo con Miguel Ángel Valdovinos, Jefe del Laboratorio de Motilidad Gastrointestinal del Instituto Nacional de Nutrición:
1. Alimentos o suplementos: Yogur, quesos y jocoque.
2. Medicamentos.
Los probióticos son agentes vivos, los cuales deben ingerirse en ese estado para que puedan ser benéficos al cuerpo. Ejemplo, el yogur es preferible que se consuma frío y que la fecha de caducidad no esté tan cercana.
La microbiota intestinal, y los organismos que en ella se encuentran, regulan funciones del cuerpo, pero no son las causantes de la obesidad, aquí se mezclan factores como malos hábitos de vida: sedentarismo, mala alimentación o genética.
¡Recuerda, sólo tú puedes cuidar tu salud!
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