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viernes, 1 de febrero de 2013

¿POR TU SALUD:: Sufre de asma? Preste atención a su alimentación


El pasado mes el British Medical Journal dio a conocer los resultados de un estudio que encontró que el consumo de comida chatarra favorecía la aparición de asma, mientras la ingesta regular de frutas disminuía su riesgo. Dicho estudio, conducido por científicos de la universidad de Auckland (Nueva Zelanda) y Nottingham (Reino Unido), vino a reforzar los datos de investigaciones previas que han establecido una relación entre la alimentación y el asma bronquial.


“La alimentación de un individuo puede jugar un papel importante en la fisiopatología del asma”, afirma el libro “Nutriguía: manual de nutrición clínica en atención primaria” (Editorial Complutense, 2000), un tratado elaborado por expertos en nutrición y coordinado por  Rosa María Ortega Anta y Ana María Requejo Marcos.

Los antioxidantes y las vitaminas presentes en frutas y vegetales fortalecen el sistema inmunológico y protegen el organismo frente a los procesos inflamatorios. Por tanto, la deficiencia de esos nutrientes da pie a las crisis de asma o la aparición de dicha condición.

Igual daño haría el consumo excesivo de sal, añade la “Nutriguía”.

“Distintas investigaciones realizadas en adultos han mostrado la existencia de correlaciones tanto entre la mortalidad por asma y el consumo de sal, como entre la disminución de la hiperreactividad bronquial y el descenso en el consumo de sal”, explica la misma obra.

Los asmáticos, por tanto, deberían limitar la cantidad de sodio de su dieta.

Esta sugerencia la ofrece también Jorge D. Pamplona Roger en “Salud por los alimentos” (Editorial Safeliz, 2007).

El médico y especialista en educación para la salud asegura que disminuir el consumo de sal -aparte de abstenerse de los alimentos que frecuentemente provocan alergias- ayuda a reducir la frecuencia e intensidad de las crisis.

Aparte de la sal, recomienda limitar o eliminar la ingesta de aditivos, vino, cerveza, pescado, mariscos, quesos madurados, huevo, levadura de cerveza, jalea real, leche y frutos secos.

Por el contrario, aconseja aumentar el consumo de cebolla, naranja, rábano rusticano, aceites, miel, yogur y hortalizas.

A la cebolla le saca Pamplona Roger su plato aparte. Según él, se ha demostrado que el tiosulfinato, uno de los componentes de este bulbo, tiene una importante acción como antialérgico y broncodilatador, y por eso insta a los asmáticos a incluir la cebolla en su dieta y a consumirla de preferencia cruda.

Ácidos grasos

Al analizar los resultados del estudio presentado en enero en el British Medical Journal, sus responsables explicaron que la comida chatarra “a menudo contiene altos niveles de ácidos saturados, conocidos por afectar a la inmunidad de las personas”.

Esta tesis no es nueva. En el libro “La revolución de los Omega 3: las nuevas estrellas de la salud” (Ediciones Robinbook, 2007), Anne Dufour y DaniËle Festy advierten que una alimentación cargada de ácidos grasos saturados u Omega 6 eleva las posibilidades de padecer asma.

En el extremo opuesto están los ácidos grasos Omega 3, cuyo “innegable poder antiinflamatorio” los convierte en importantes aliados a la hora de prevenir las alergias y el asma.

Los Omega 3, dicen Dufour y Festy, limitan los síntomas de la enfermedad. Se encuentran, por ejemplo, en el atún, el salmón y la caballa; en los vegetales de hoja verde, y en el aceite de semillas de linaza.

Bebés

La alimentación durante los primeros meses de vida parece tener un papel determinante en el desarrollo de asma, según diversos estudios.

El artículo “Factores dietéticos asociados al asma bronquial en los niños”, escrito por Carlos Coronel Carvajal y publicado en la edición enero-febrero del 2005 de la Revista Mexicana de Pediatría, señala como factores de riesgo la introducción de alimentos distintos de la leche materna antes de los cinco meses de vida, amamantar al bebé por menos de cuatro meses, suministrarle leche de vaca entera antes del sexto mes, e incluir soya y huevo en la dieta antes del primer año de vida.

Por el contrario, introducir yogur, frutas y vegetales en la dieta del infante antes de que cumpla su primer añito puede protegerlo.

“El efecto protector del consumo de frutas y vegetales se debe a que contienen múltiples vitaminas como la A, C y E, y fotoquímicos que actúan como antioxidantes exógenos”, aduce Coronel Carvajal.

La vitamina A -añade- protege las vías respiratorias y, gracias a su acción antiinfecciosa, reduce la aparición de afecciones respiratorias que inducen al asma o agravan sus síntomas.

RELACIÓN CON ALERGIAS ALIMENTICIAS
 El libro “Nutriguía: manual de nutrición clínica en atención primaria” dice que existe una relación probada entre el asma y las alergias alimentarias.

“Las alergias alimentarias son más comunes entre individuos asmáticos”.

Las alergias alimentarias se presentan con frecuencia frente a alimentos con un alto contenido de proteínas.

Aunque en ciertos casos, explican las autoras, los tratamientos industriales o el calor del fuego al cocinarlos hace que algunos alimentos como el maíz y la soya no induzcan a reacciones alérgicas.

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