Las expulsiones de dirigentes del PRD en medio de una crisis por el desconocimiento de los resultados de la reciente convención nacional, constituyen un acto de insensatez que podría agravar los amagos de división que afectan a esa organización política.
Una medida de fuerza como esa, tomada por un sector que responde a parte interesada, contra gente que ha tenido la autoridad de organizar y dirigir la convención, equivale a rociar gasolina sobre el fuego.
La controversia en la cima pretende burlar la decisión expresada en las urnas por unas bases que exhibieron un comportamiento ejemplar.
Ahora se pretende negociar y conquistar cuotas de poder que no fueron logradas a través del voto de las bases. ¿Para qué, entonces, se convocó a una convención? Este canibalismo político debe cesar cuanto antes.
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