La captura de una banda de tráfico y trata de personas integrada por haitianos indocumentados, que manejaba menores de edad a los que obligaba a mendigar en las calles, es una confirmación más de las denuncias que sobre el particular han hecho personalidades y organizaciones locales e internacionales.
Pero, en medio de todo, es un hecho positivo porque deja la impresión de que las autoridades locales han empezado a tomar en serio su deber de perseguir y desarticular estas mafias que, indudablemente, tienen ramificaciones y complicidades en nuestro territorio.
Es digno de destacar el manejo adecuado de una arista muy sensible de esta captura. El Consejo Nacional para la Niñez y la Adolescencia -CONANI- ha acogido a los menores haitianos que eran utilizados para mendigar en las calles de nuestras ciudades. Se trata de indocumentados, tal vez víctimas de irresponsabilidad paterna, apátridas en el justo sentido de su condición actual.
Las autoridades locales deben ahondar las investigaciones acerca de estas asociaciones de malhechores en el entendido de que las mismas también tendrían responsabilidad en el ingreso de adultos indocumentados que abundan en muchos puntos del país, particularmente en zonas agrícolas y polos turísticos, y desarticular las complicidades que facilitan estos delitos.
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