Es muy oportuno el llamado del presidente del Senado, Reinaldo Pared Pérez, para que autoridades y sociedad civil conformen una unidad contra la delincuencia. Lo es porque todas las evidencias indican que el auge de la delincuencia es fruto del fracaso de programas oficiales diseñados para enfrentar ese flagelo, sobre todo en materia de prevención y de eliminación de causas.
La unidad contra la delincuencia tiene que estar basada en un rediseño de la prevención y garantías para los ciudadanos que denuncien a autores de actos delictivos de cualquier naturaleza.
El país, que está sobrecogido por la inseguridad y por la audacia desafiante de la delincuencia, necesita ver resultados tangibles de las políticas oficiales contra los hechos delictivos.
Hay que empezar a materializar esa unidad que propone el presidente del Senado, pero obviamente en base a criterios y patrones que garanticen un retorno de la seguridad ciudadana.
Sería útil recoger experiencias de ciudades como Nueva York, cuyas autoridades han logrado reducir a expresiones mínimas la criminalidad. No pasa un día sin que haya un acto delictivo relevante y sin que aumente el número de víctimas directas e indirectas de esos actos. Hay que buscar, juntos, las causas del fracaso de las políticas contra este mal social.
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