Considerando la vastedad del Universo y la probabilidad de la existencia de dimensiones paralelas, puede ser que colegialas con orejas ycolas de gato merodeen por las callejuelas de las ciudades luchando con espadas samurái contra pulpos cuyos tentáculos resultan ser sus genitales. ¿Quién sabe? Lo que sí es cierto es que en nuestro mundo y época existe gente que se entusiasma imaginándolo.
La industria del manga y el animé (cómics y dibujos animados nipones, respectivamente) desde que llegaron a Chile traen ideas que a los más tradicionalistas les parecen más raras que un perro verde: Hombres que se convierten en mujeres (y viceversa), preadolescentes lesbianas, pervertidos sexuales ladrones de ropa interior en laprogramación infantil, e incluso existió una polémica no menor cuando los padres se enteraron de sus niños compraban películas hentai –pornografía animada- como New Angel o Urotsukidoji.
Dentro de todo este abanico de productos, los japoneses se han especializado en darle el gusto a los distintos fetiches de sus clientes. Con una poderosa industria orientada a los onanistas que tienen todo tipo de inclinaciones, pronto los manga, videojuegos, animés y novelas ligeras comenzaron a enfocarse a distintos tipos de público.
Luego de una acotada explicación de cada fijación, el sicólogo Luis Hernán Guerra del grupo Efecto mariposa nos responde sobre los procesos que existen detrás de estas fijaciones.
FURRIES: HÍBRIDOS DISCRIMINADOS
Odiados por muchos, amados por una persistente y discriminada minoría. Se trata de criaturas humanoides con rostros y piel animal (de ahí el nombre “furries”, peludo en inglés). Ciertos tipos de foros en los que usuarios anónimos suben imágenes y comentan, llamados imageboards, se han repletado de hombres-lobo, mujeres-perro e incluso de delfines antropomórficos en distintas situaciones sexuales. Muchas de las respuestas que reciben son de desprecio.
¿Es esto zoofilia? Según Guerra, al parecer no. “Los humanos cuando copulan están conectados con una parte instintiva, una parte animal”, observa el experto. “Si nos vamos más para atrás, los griegos jugaban a esto. El fauno, por ejemplo, es símbolo de una mayor libertad sexual”. Esta simbología sexual y de la liberación de los instintos que posee el fauno es la razón por la cual los cristianos utilizaron su forma para representar al Demonio. Así, los furries no necesariamente pertenecen a la cultura japonesa.
CATGIRLS O NEKOMIMI: EJÉRCITO DE GATITAS
Hay distintas variantes (orejas de conejo o de zorra), pero las más populares por lejos en la red son las muchachitas que llevan orejas y colas de gato. Curiosamente, sus seguidores insisten en que no se trata de furries, pero no se puede negar cierta similitud. En la mayoría de los sex shops se venden este tipo de accesorios.
“Así como el ícono de Playboy es el conejo, que representa fertilidad y por endecoito, las mujeres vestidas de gato representan sensualidad”, explica el sicólogo. “La forma en que se mueve y se maneja un gato irradia femineidad, lo cual proporciona una connotación erótica. Estas características femeninas también las recogen los hombres gato”.
GURO: ESPECTÁCULO DE LA MUERTE
Con imageboards especializados tanto en Japón como en el resto del mundo, el “guro” consiste en la exhibición de imágenes exageradamente violentas. Serruchos, ganchos, alfileres, cuchillos, vidrio molido y cadenas se reúnen a menudo en masa sobre los desgarrados y sexualizados cuerpos de las víctimas.
Ojo, que muchos artistas clásicos de manga como Go Nagai (Mazinger, Devilman) o Suehiro Maruo (Espantoso Midori) incursionan sin asco en este tipo de estética.
“Estas perversiones siempre han existido”, comenta Guerra. “El Eros y el Tánatos. Es una necesidad de explorar lo que no está permitido, lo sucio. Es una mezcla entre morbo y placer, ya que al jugar con lo más profundo y prohibido da mucho placer. Sobre todo porque existe mucha ignorancia respecto a la muerte. Nadie ha vuelto del otro lado”.
LOLICÓN: ROZANDO LA PEDOFILIA
O “complejo de lolita”, son los amantes de las niñas pequeñas dibujadas. Si bien muchos insisten en que en el animé o el manga por lo general se muestra a menores de edad, las “lolis” son preadolescentes. Existen incluso foros completos dedicados a intercambiar manga o animé de este tipo, y son considerados legales.
“Yo creo que este tipo de pornografía primero va por la exploración. Todas estas patologías que derivan en la pederastia no surgen de un día para otro”, advierte el profesional. “Es una cosa que se genera, ya sea por vivencias personales, por la familia, por distintas cosas que suceden en la vida se puede derivar a esto”. Sin embargo, considera que los lolicones están dando un primer paso hacia un proceso que puede llevar a la enfermedad.
REGLA 34: SER O NO SER
Esta curiosa ley de internet engloba a… Todo. La premisa es que si algo existe, necesariamente hay porno de ello en internet. Star Wars, Mi Pequeño Pony, El Monstruo de la Laguna Negra, X-Men, lo que uno pida. A muchos “se les arruina la infancia” al ver a las Tortugas Ninja haciendo sexo grupal, a Frutillita o a Los Supersónicos, sin embargo, el número de artistas destinados a pervertirlos no hace sino aumentar. Existen páginas especializadas en esta regla.
“Esto responde a lo inalcanzable y no es tan raro”, expresa Luis, “ponemos el deseo en algo exterior. Se busca el placer a través de algo no convencional. Estas fantasías sexuales complementan la búsqueda de placer, aunque se convierten en algo distinto si la gente que las sigue deja de relacionarse en forma normal y se hunden en este mundo geek”.
AMOR PIXELADO
Para concluir, esta admiración u obsesión hacia personajes que no existen puede convertirse en amor, “pero bajo los parámetros de esa persona”, aclara Luis Hernán Guerra. “El problema es lo que ella entiende como eso. Hay niñas, por ejemplo, que se enamoran de Chayanne, Luis Miguel o cualquier reggaetonero. Es la necesidad de un objeto sexual que cumpla sus expectativas y deseos”.
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