Por lo que se lee, se ve o se escucha en periódicos, radio y televisión, prevalece la impresión de que la República se satura de problemas grandes y pequeños y de que aquí falta aire para respirar.
Aun ausente por dos semanas, el presidente Leonel Fernández se considera el dominicano mejor informado y, por tanto, ha de estar al tanto de la pesada atmósfera que se padece, matizada por incrementos de precios, de la criminalidad, apagones, efectos de la crisis de Haití y de otros males.
No se aspira a que el Presidente conjure desde hoy con una vara mágica tales problemas, pero es obvio que su ausentismo contribuye a acentuar el agobio ciudadano.
Ante tales cúmulos de contrariedades, la población urge y merece escuchar al menos la voz de aliento del Presidente, que refiera las gestiones que encamina el Gobierno para disminuir el auge de la delincuencia y afrontar la desbordante inflación.
El jefe de Estado debería ilustrar a la nación sobre las medidas concretas que encamina su Administración para reducir los apagones, restaurar el desayuno escolar, contener el avance del cólera, imponer mayor control migratorio y prevenir escasez de alimentos a causa de la prolongada sequía.
El Presidente puede y debe dirigirse al país por cualquiera de los medios que considere conveniente, aunque por años ha descartado el mecanismo de la rueda de prensa, a menos que se efectúen con invitados previamente seleccionados.
Por la urgencia y magnitud de ese rosario de dificultades se requiere que cuanto antes, el mandatario señale por propia voz las coordenadas por donde se enrumba la nave del Estado, toda vez que es generalizada la creencia de que hace tiempo que da vueltas en círculo.
Se sabe que, en virtud de un mandato constitucional, el 27 de febrero el presidente Fernández rendirá al Congreso su informe de gestión correspondiente al 2010, pero la intervención pública que se pide ahora está referida a urgencias y males que perturban el sosiego ciudadano y desangran al maltrecho presupuesto familiar.
Conviene, pues, que el Presidente rompa el hielo y hable directamente a la ciudadanía por vía de la prensa independiente.
La muy prolongada ausencia o mutis del jefe de Estado acentúa y agrava la situación de desesperanza que como la mala hierba crece y se expande por toda la geografía.
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