El número y frecuencia de muertes trágicas nos perfila como una sociedad de entramado violento. Una recopilación no oficial de casos de muertes violentas, exceptuando feminicidios, nos revela que en el país murieron 122 personas en seis semanas, contadas desde el domingo último hacia atrás. Esto arroja un promedio de veinte muertes por semana.
Fuera de este recuento, hay que citar al menos doce feminicidios ocurridos en lo que va del presente año.
Las muertes fueron el resultado de riñas, homicidios, asalto a mano armada y otras causas similares. Los accidentes de tránsito tuvieron menor incidencia.
El entramado violento se pone de manifiesto por rasgos como el sadismo que ha caracterizado algunas muertes.
Mutilación de víctimas, quema de los cuerpos, desmembramientos y otras manifestaciones sádicas han estado presentes en algunos de estos sucesos.
Llama la atención la inclinación homicida de los autores de robos comunes, contra víctimas que no habían opuesto resistencia.
Sin duda ha ido tomando cuerpo un entramado violento muy grave en nuestra sociedad, sin que hasta el momento haya políticas definidas, con objetivos claros, para combatir el problema.
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