MocaCity, Espaillat, República Dominicana (HN).- La lucha por el Poder se evidenció en esta campaña electoral. Nadie quería quedar fuera y para los fines, algunos que no fueron tomados en cuenta en sus organizaciones políticas renunciaron y se fueron a otros partidos, en donde los aceptaron y les dieron lo que andaban buscando.
Sin embargo, pese a que los dos partidos mayoritarios propugnaban por la aprobación de la Ley de Partidos Políticos para que se elimine el “transfuguismo”, fueron los primeros en violar esa iniciativa.
Bautizado como “la guerra de los seis años”, por el juez de la Junta Central Electoral Eddy Olivares, el período congresual y municipal 2010-2016 es inusual, ya que en vez de cuatro años, los funcionarios electos durarán seis, esto con la finalidad de unificar los comicios con las elecciones presidenciales, tal como fue establecido en la modificación a la Constitución.
La guerra sin cuartel desató que aspirantes a diputados, senadores, alcaldes y regidores que no fueron escogidos por sus partidos, se fueran a otras organizaciones en busca del puesto que anhelaban.
Entre los casos más renombrados están el de Rafael Calderón, diputado y entonces dirigente del Partido Revolucionario Dominicano, además de ser un hombre de confianza del ex presidente Hipólito Mejía ya que en su gobierno ocupó la posición de Secretario de Finanzas.
Calderón, que aspiraba a ser senador por Azua del PRD, se pasó al Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en rechazo a una decisión de su partido que lo dejó fuera de esas aspiraciones.
Sin embargo, el oficialista lo acepta en sus filas, sacrifica al aspirante a senador Víctor Sánchez y pone a Calderón en la boleta morada.
Por otro lado, está el caso de Gilberto Serulle en Santiago, con aspiraciones a la alcaldía de ese municipio. En momentos que el PLD decide apoyar al candidato de la alianza con el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), José Enrique Sued, lo deja fuera de esa posibilidad.
A finales de febrero se juramenta en el PRD, quien lo lleva como candidato a alcalde.
También en el transcurso de la campaña dirigentes perredeístas se pasaron al partido oficialista, y peledeístas fueron juramentados en el PRD, al igual que dirigentes de otros partidos pasaron a formar parte de uno u otro bando.
Pero no todo se queda ahí, las rencillas internas fueron más que evidentes. Por ejemplo, en el PRD hubo disgustos de candidatos como el aspirante a diputado Juan Vásquez que quisieron sacarlo de la boleta para colocar a Víctor Gómez Casanova, en Santiago a Nelson Marmolejos que ganó la diputación en las primarias, se la quitaron para cedérsela a Ángel Acosta y a cambio le darían una regiduría, pero finalmente se quedó sin nada.
Neney Cabrera confirmó el intento de sacar de la boleta a diputado nacional a Hugo Tolentino Dipp porque alegadamente no correspondió adecuadamente esa distinción, por lo que entendieron pertinente su sustitución.
De inmediato, Tolentino Dipp reaccionó y tildó de tontos e idotas a las personas que dijo rodean a Miguel Vargas Maldonado, presidente del PRD, debido a que “creen manejar una compañía por acciones y no un partido político”.
Muchos de los disgustos fueron precisamente porque los partidos mayoritarios decidieron reservar decenas de candidaturas a favor de dirigentes, lo que provocó fricciones en las filas partidarias.
Esta vez se escogerán 183 diputados incluyendo los del Parlacen, 32 senadores y 155 alcaldes.
No era de extrañarse la lucha interna y externa que manifestaron los aspirantes a estos cargos, a sabiendas que los legisladores se auto-asignan un fondo de “ayuda social”, el denominado “barrilito”, además de las dietas y el alto salario que reciben, esto sin contar las dos exoneraciones que por cuatro años de período reciben, donde tienen la oportunidad de traer al país cualquier vehículo no importa su costo.
Evidentemente el transfuguismo fue uno de los principales protagonistas de esta campaña, donde nadie quiso quedarse fuera del pastel.
Hoyesnoticia.com
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