El binomio sexualidad-moral es uno de los mayores lastres de nuestra cultura. La institucionalización de esa construcción explica en gran parte por qué frente al sexo no sabemos hacer otra cosa que disimularlo, prohibirlo e incluso reprimirlo.
Que haya quienes estén confrontados y avergonzados de manera permanente con el ejercicio de su sexualidad es asunto privado; el problema aparece cuando se abusa de esa moral en la ejecución de políticas públicas de las que depende la salud sexual y reproductiva de la población.
Lo cierto es que la vida sexual de ellas generalmente se experimenta con miedo, humillación e incluso violencia
El miedo al sexo, una actitud por demás hipócrita que con impresionante cinismo exhiben muchos tomadores de decisión, se ha traducido en la ejecución de acciones que desprecian al sector más vulnerable en este ámbito: las mujeres jóvenes, adolescentes y niñas. Muchas por decisión propia y otras en contra de su voluntad, lo cierto es que la vida sexual de ellas generalmente se experimenta con miedo, humillación e incluso violencia, todo sin protección para evitar embarazos o infecciones de transmisión sexual.
Silenciados los genitales del discurso público o, lo que es peor, reducidos a la función reproductiva, para la mujer iniciar la vida sexual solo tiene dos caminos: 1) recorrer rutas de conocimiento y placer o, 2) dejarse atrapar en caminos de ignorancia y sufrimiento.
Lo incomprensible es que teniendo el Estado los registros de este complejo problema de salud pública no sea prioridad impulsar una política basada en la educación sexual
Y esto es lo que revela el embarazo anual de decenas de miles de jovencitas menores de 20 años, que en su mayoría sacrifican sueños y planes a futuro para parir, mantener y educar hijos no deseados. Lo incomprensible es que teniendo el Estado los registros de este complejo problema de salud pública no sea prioridad impulsar una política basada en la educación sexual y la evidencia científica para ofrecerles contextos de seguridad y respeto, sobre todo frente al hombre.
De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en muchos paises se ha incrementado el porcentaje de nacimientos en mujeres jóvenes. Prácticamente en 1 de cada 5 nacimientos la madre tiene menos de 20 años (en 1992 el porcentaje fue de 16.7 y en el 2013 de 19.4), muchas de ellas solteras, sin apoyo familiar y por supuesto abandonadas por el padre biológico de la criatura.
La Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica 2014 registra que, en general, a los 18 años la mitad de las jóvenes ya inició vida sexual.
¿Alguien conoce de alguna campaña en medios de comunicación dirigida a protegerlas de infecciones o embarazos no deseados?
jueves, 8 de octubre de 2015
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