miércoles, 2 de enero de 2013
SEGUNDA PARTE:: Las 20 cosas que los científicos nos enseñaron sobre el sexo en 2012
El éxito de los peces homosexuales, el coito agotador de los calamares o cómo fueron los “encuentros amorosos” entre humanos y neandertales, entre los descubrimientos del pasado año.
1- Los peces homosexuales, más atractivos
Gusanos, moscas, aves, delfines… La tendencia homosexual en el reino animal se ha observado en todas las especies. Lo que se desconocía hasta ahora es que los peces macho, al menos entre los poecilia mexicana, que tienen este comportamiento resultan muy atractivos para las hembras, según un estudio publicado el pasado mes de diciembre por la Royal Society británica. Al parecer, el apareamiento entre animales del mismo sexo incrementa las posibilidades de que acaben manteniendo relaciones heterosexuales con algún otro miembro de su especie.
2- Sexo, aunque sea con trampa
¿Talla cortita? ¿Pocas posibilidades de que ellas se fijen? Los machos más pequeños y enclenques de las ranas arboreas se las arreglan para acercarse a las hembras aunque sea con trampas. Según un estudio realizado por un grupo de científicos en Francia y publicado por la revista Animal Behaviour, cuando estos machos cantan a coro durante el cortejo los que tienen menos posibilidades de destacar en vez de hacer llamadas más frecuentes para hacerse notar prefieren colocarse cerca de los machos de mayor tamaño. De esta forma, aprovechan de la energía invertida por los más fuertes a la hora de producir sonidos que atraigan a las hembras.
3- Dónde y cuándo se amaron humanos y neandertales
La existencia de relaciones sexuales entre seres humanos modernos y neandertales es una teoría aceptada por muchos científicos que explicaría por qué todos los homo sapiens del planeta, con la excepción de los africanos, poseemos en nuestro ADN la huella neandertal. El cruce entre las dos especies humanas inteligentes, confirmada en 2010 por Svante Pääbo, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, pudo incluso reforzar nuestro sistema inmune y favorecer nuestra evolución como especie. En octubre, los investigadores del Max Planck y de la Universidad de Harvard estimaron la fecha y el lugar en los que que se produjeron esos encuentros «amorosos». La investigación, publicada en la revista PLoS Genetics, señalaba que el cruce se produjo cuando los humanos modernos llevaron la tecnología del Paleolítico superior en su migración fuera de África.
4- Rumores sobre el sexo animal
Un curioso artículo publicado en agosto en la revista «Nature»: Dos investigadores habían analizado el contenido de 48 artículos publicados en diferentes periódicos, revistas y medios en internet y concluyeron que estos deforman los artículos e investigaciones sobre el comportamiento sexual en animales. «Los corderos gays no son afeminados», «Todos los carneros son marimachos», «Jirafas gays y pingüinos mente abierta» son algunas de las frases recogidas. A los autores de la investigación les preocupaba que los periodistas relacionen de forma no inocente el contacto sexual en animales con los comportamientos humanos como la homosexualidad, lesbianismo y las personas transgéneros. Citan el ejemplo de los gusanos C. Elegans, que son machos o hermafroditas, y muchas veces se cita como una especie a la que se les ha inducido una conducta homosexual.
5- Los peligros del sexo ruidoso
Sexo y muerte, o abstinencia y vida. Copular dispara el riesgo de depredación de las moscas que viven en zona de murciélagos. Normalmente son demasiado pequeñas y sigilosas para el sistema de ecolocalización del mamífero volador, pero durante el acto sexual producen un ruido que éste puede identificar y situar. La pareja pasa a ser comida. Un grupo de investigadores del Instituto Max Planck de Ornitología han estudiado durante cuatro años la vida de un establo, «hogar de una colonia de murciélagos y de más moscas de las que se pudo contar». Querían saber en qué condiciones los primeros se comían a las segundas. El resultado fue claro: solo las devoran cuando éstas copulan.
6- El sexo agotador de los calamares
Con el fin de transmitir sus genes, una especie de cefalópodo que habita en aguas australianas, el Euprymna tasmanica, practica interminables sesiones de sexo durante tres horas. Tan intensamente se ejercita, que después tiene problemas para nadar durante media hora. La investigación, realizada por el Departamento de Zoología de la Universidad de Melbourne y publicado en la revista Biology Letters, proporciona una nueva visión de la evolución de las estrategias reproductivas de los animales. Es la primera vez que se ha demostrado que los costes energéticos del apareamiento afectan a las capacidades físicas posteriores del amante.
7- Tener más sexo, escrito en el cerebro
«Leer» el cerebro de una persona puede ayudar a predecir si en los próximos meses tendrá una vida sexual activa, según un estudio realizado con una nueva técnica de resonancia magnética funcional mediante la cual el cerebro reacciona a ciertos estímulos que pueden predecir comportamientos de un individuo en los siguientes seis meses. Los psicólogos de esta investigación -publicada en «The Journal of Neuroscience»- estudiaron las reacciones de una región neuronal implicada en las sensaciones de deseo, depresión y gratificación y concluyeron que si el cerebro de las voluntarias reaccionaba intensamente ante las fotos de varios sujetos masculinos atractivos, era fácil prever un aumento del deseo y de la actividad sexual de las jóvenes (refrendado con unos cuestioniarios ad hoc) en los próximos meses. El estudio también sirve para estimar otros comportamientos, como engordar.
8- Orgasmos femeninos en el gimnasio
Un incentivo más para apuntarse al gimnasio. Un estudio de la Universidad de Indiana dice que no hace falta compañía ni estimulación de ningún tipo para que las mujeres obtengan placer sexual e incluso lleguen al orgasmo… cuando hacen ejercicio físico. En concreto, hacer abdominales, trepar por una cuerda, el spinning o levantar pesas pueden provocar esos placenteros y totalmente inesperados efectos secundarios. Parece ser que una máquina, llamada «la silla del capitán», es la que proporciona los mejores momentos.
9- Los machos sin sexo se refugian en el alcohol
Los machos que no consiguen mantener relaciones sexuales tienden a resolver ese rechazo bebiendo alcohol de forma compulsiva. Al menos, eso es lo que les ocurre a las moscas. Pero desde el punto de vista biológico el comportamiento de estos insectos insignificantes pueden dar jugosas pistas del comportamiento social animal y de los mecanismos que están detrás de adicciones humanas tan comunes como el alcohol y otras drogas. El trabajo fue publicado en marzo en la revista «Science».
10- El sexo, decidido por la temperatura ambiente
Si aumenta la temperatura, nacen más machos. Una investigación liderada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha identificado el mecanismo molecular que vincula el calor con la inhibición en algunos vertebrados, especialmente peces y reptiles, de una enzima, la aromatasa, que convierte los andrógenos en estrógenos. Esto provoca que la formación de ovarios sea más difícil.
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