miércoles, 8 de agosto de 2012
Los once motivos que nos conducen a la infidelidad
Pese a que la diferencia entre estudios es importante, la mayoría coincide en apuntar que entre el 40 y el 50 por ciento de los adultos ha sido infiel alguna vez en su vida. La cifra varía según los países. En España la última encuesta del CIS, de 2008, apuntaba a que el 20% de los españoles, hombres y mujeres, habían tenido alguna relación sexual con alguien que no era su pareja en ese momento, pero los sociólogos insisten en que la cifra debe ser a la fuerza mucho mayor, y podría estar aumentando.
Las nuevas tecnologías están acelerando la aparición de prácticas que no sabemos cómo calificarAunque Internet no hace que la inclinación que nos lleva a ser infieles aumente, sí es cierto que facilita su práctica. En los últimos años, de hecho, han proliferado los portales que ofrecen explícitamente servicios para tener relaciones extra-matrimoniales. Y están teniendo éxito. Además, las nuevas tecnologías están acelerando la aparición de prácticas hasta ahora desconocidas que no sabemos como calificar. ¿Se considera una infidelidad tener un encuentro de tono sexual a través de una webcam? ¿El consumo masivo de pornografía? ¿Flirtear con otra persona por chat?
¿Qué es exactamente ser infiel?
La definición de infidelidad no ha cambiado en absoluto con la llegada de Internet. Ser infiel, es simplemente, romper la confianza de la pareja cuando se mantienen secretos alejados de la intimidad conyugal. En definitiva, somos infieles a nuestra pareja cuando le mentimos de manera consciente y a sabiendas de que nuestro comportamiento no es el correcto.
Es conveniente hablar con la pareja sobre qué toleramos en nuestra relación y qué noEsteban Cañamares, psicólogo y sexólogo experto en relaciones de pareja, es claro al respecto: “Qué practicas son consideradas como una infidelidad y cuáles no, es algo que decide cada pareja, a través de unas normas, explícitas o implícitas, aceptadas al respecto”. El problema es que, muchas veces, estas “normas” no quedan claras y, en cualquier caso, Internet puede dar lugar a muchos malentendidos. “Es una pena”, explica Cañamares, “que muchas parejas no hablen abiertamente de esto, pues es conveniente saber hasta dónde puede llegar cada uno”.
La infidelidad, igual en hombres y mujeres
Al margen de las herramientas utilizadas para ser infiel, las razones por las que engañamos a nuestra pareja siguen siendo las mismas de siempre. “Lo que nos lleva a ser infiel”, explica Cañamares, “es siempre nuestro impulso natural al sexo”. En este sentido el psicólogo recuerda que el ser humano tiene “una programación contradictoria”, por un lado quiere una pareja estable para formar una familia, pero por otro quiere satisfacer todos sus deseos sexuales, que muchas veces incluyen a más de un sujeto.
No puede haber muchos hombres infieles si no hay mujeres para serloLo que sí parece claro, por mucho que haya ideas preconcebidas que insistan en lo contrario, es que los motivos que llevan al hombre a ser infiel son los mismos que los de las mujeres. Cañamares tiene una idea clara al respecto: “No puede haber muchos hombres infieles si no hay mujeres para serlo”.
Los motivos para ser infiel parten de nuestros impulsos, pero son variados. Aunque cada caso tiene componentes específicos, en las consultas se repiten una y otra vez las mismas razones. Robert Weiss, uno de los más reputados psicoterapeutas estadounidense especialista en relaciones de pareja, ha elaborado, para la publicación Psych Central, una lista de los motivos psicológicos subyacentes en los casos de infidelidad que ha tratado a lo largo de 20 años de experiencia clínica que, en muchos casos, se pueden dar de manera simultánea.
Once razones para ser infiel
- La monogamia nunca ha sido aceptada. El sujeto nunca ha tenido la intención de ser monógamo. A pesar de haberse casado o haber aceptado un compromiso. Nunca ha querido tener sexo sólo con su pareja. El matrimonio, para él o ella, sería sólo un sacrificio hecho para mantener en el tiempo una relación que consideran satisfactoria. La monogamia para estas personas no es más que una molestia, algo a evitar, más que algo a mantener.
- Nuestra pareja no nos da lo suficiente. Se trata de una razón muy común para ser infiel. El sujeto encuentra que su pareja no le aporta el suficiente amor, el tiempo y la atención que considera adecuadas, y que sí reciben la familia del cónyuge, los niños o el trabajo. Muchas veces estas personas no son conscientes de sus necesidades emocionales, no lo hablan con su pareja y, finalmente, acaban siendo infieles.
- Creemos que el amor ha desaparecido. El sujeto infiel percibe erróneamente que el amor se ha acabado en la relación, porque ya no se da la intensidad sexual y romántica propia de los primeros pasos en una relación. La realidad es que, en las parejas sanas, a medida que pasa el tiempo el amor se transforma en mayor compromiso, intimidad y confianza.
- Existe un vacío emocional. Si la relación es insatisfactoria lo más normal es que, antes o después, uno de sus miembros acabe siendo infiel. Máxime si los problemas de la pareja hacen a una de las dos personas alejarse del resto de personas cercanas o amigos. El sexo y el romance se utilizan para llenar un vacío emocional.
- Sabemos que vamos a dejar a nuestra pareja, pero queremos tener a alguien en la recámara. Así de simple. Antes de enfrentar la realidad y decirle a nuestra pareja que para nosotros la relación ha terminado, buscamos a un suplente, para poder reemplazar a nuestro compañero en cuanto se haya tomado la decisión. Muchas veces esto se hace de manera inconsciente, pero se hace.
- Nos sentimos inseguros. La persona infiel se siente en inferioridad de condiciones respecto a su pareja: más viejo, más feo, con menos dinero… La infidelidad sirve para reafirmar su valor en el mercado amoroso, subir la autoestima al considerarse deseable. El problema es que las infidelidades causadas por este motivo no suelen ser meditadas, y el arrepentimiento está a la vuelta de la esquina.
- Nos aburrimos. Aunque la relación pueda ser en términos generales satisfactoria, en algún momento simplemente una de las partes se aburre y quiere probar algo especial. Encuentra un placer misterioso e intenso en una relación secreta.
- “Ojos que no ven, corazón que no siente”. Esto suele ir unido a cualquiera de los otros motivos. Pensamos que mientras no nos pillen no estamos haciendo daño a nadie. El problema es que, tarde o temprano, te acaban pillando.
- Queremos tomar represalias. Algunas personas engañan sólo como venganza por un comportamiento de su pareja que consideran injusto. Quizás como sospecha de una infidelidad de la otra parte, antes de comunicar nada, preferimos ser nosotros también infieles.
- Tenemos un trauma no resuelto. Según numerosos estudios, las personas que han sufrido en la infancia algún tipo de trauma como un abandono emocional, maltrato físico o abuso sexual son más propensas a ser infieles respecto a sus parejas. Tal como explica Cañamares, la fidelidad también se educa: “Se es más infiel si se han visto determinados comportamientos en el entorno familiar. No sólo infidelidades de tus padres, sino también con el resto de familiares o amistades”.
- Tenemos expectativas irracionales de lo que nuestro cónyuge debe ofrecer. Estas personas esperan que sus parejas les concedan todo lo que piden, y cumplan todas sus necesidades. Cuando sus parejas, inevitablemente, fallan, sienten que la infidelidad está justificada. En estos casos, tal como cuenta Cañamares, la educación también juega un papel esencial: “Los niños mimados son más propensos a ser infieles, pues no han aprendido a sobreponer sus deseos”.
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