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viernes, 30 de marzo de 2012

NUTRICIÓN: Una dieta sana para el corazón



Las arterias que rodean al corazón le suministran oxígeno y combustible para lograr el bombeo de sangre a células, tejidos y órganos del cuerpo. Si estas arterias se endurecen o estrechan ocurren las llamadas enfermedades del corazón o coronarias, daños determinados  por factores como la edad, el estilo de vida poco sano, el colesterol, padecimientos como la diabetes y sobre todo la dieta inadecuada.
Mantener el corazón y todo el sistema circulatorio en salud depende en gran medida del propio esfuerzo. En el libro “Cocina y salud: corazón” (Editorial CEAC),  los autores Jacqui Lynas y Paul Gayler advierten que la presión arterial alta suele ser uno de los primeros síntomas de la enfermedad coronaria. Combatirla, depende mucho de lo que ingerimos. “La presión arterial alta puede controlarse con una dieta sana, actividad física y meditación”, indican los autores.

Dieta cardioprotectora
La dieta cardiopotectora consiste en equilibrar la ingesta de diferentes grupos de nutrientes, bajo consumo de sal y sodio y priorizar productos buenos para el corazón y todo el sistema.
Lo que debe comer o no una persona con problemas cardiovasculares debe ser definido por su cardiólogo, nutricionista y endocrinólogo, pues deben ser tomados en cuenta factores como su peso corporal,  nivel de colesterol, triglicéridos y azúcar, y si padece alguna afección metabólica. Conozca los alimentos aliados.
Las grasas sanas: Los ácidos grasos monoinsaturados presentes en el aceite de oliva, de canola, de maní y el aguacate reducen el colesterol y son antioxidantes. Los poliinsaturados Omega 3 y 6 son buenas opciones. El Omega 3 (pescado azul, semillas, aceite de linaza o soya) reduce la presión sanguínea y los triglicéridos. El Omega 6 (aceite de girasol, soya y maíz) reduce el colesterol en sangre.
Pescados: Comer pescado puede prevenir arritmias potencialmente fatales y reduce el espesor y viscocidad de la sangre. Coma dos veces a la semana una porción de: arenque ahumado, atún fresco o en lata, trucha, salmón, sardinas en conserva o cangrejo.
Frutas y verduras: Desde siempre se ha reconocido la importancia de frutas y verduras en la dieta. Incluir un mínimo de cinco raciones al día (fresca o congelada) reduce los índices de enfermedades cardíacas y cáncer. Elija frutas entre manzana, naranjas, plátanos, melón, piña, ciruelas, frutos rojos, kiwi, uvas... y verduras como espinacas, brócoli, espárragos, tomates, cebollas, remolachas, berenjenas, vainitas, zanahorias...
Vino: Contiene polifenoles que benefician al corazón, sin embargo debe consumirse con moderación, no más de una copa al día, pues el alcohol crea dependencia y aporta calorías vacías. Se cree que los efectos protectores de esta bebida vienen del aumento de los niveles de lipoproteína de alta densidad.
Cereales integrales: La fibra hidrosoluble en los cereales regula el apetito y los niveles de glucosa, lo que reduce el colesterol. Prefiera trigo, maíz, avena, cebada, centeno y arroz integrales.
Carne, lácteos, huevo: La carne debe ser magra y los huevos de consumo moderado especialmente la yema que contiene mucho colesterol. Los quesos frescos y bajos en grasa como el requesón, el ricota, el mozzarella o el feta son los más recomendables.
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EL AJO, UN CAPÍTULO APARTE

Con su fuerte olor y sus cualidades antibióticas el ajo es el mejor vermífugo, pero también es un producto cardioprotector por diversas razones. Sus componentes activos, la aliina, el dialilo y el selenio, constituyen una verdadera bomba contra el colesterol malo, sí, el mismo que se deposita y obstruye lentamente las arterias. 

Además, siendo un antioxidante poderoso evita que el colesterol se oxide, es un reductor moderado de la presión arterial y adelgaza la sangre reduciendo su tendencia a coagularse. 

Estos datos los aporta Paul Bergner en su libro “El poder curativo del ajo” (Editorial Selector).

De su lado, Jorge Pamplona, doctor en Medicina y Cirugía por la Universidad de Granada y autor del libro “Salud por las plantas medicinales” (Editorial Safeliz, 2006), comenta que beneficiarse del ajo depende de masticar en las mañanas, en ayunas, de 1 a 3 dientes.

También se puede beber un vaso de una decocción de ajo que se logra hirviendo una cabeza en un litro de agua. Y para quienes tengan alguna afección estomacal o no resistan el fuerte sabor, las píldoras o perlas de ajo están disponibles en tiendas naturistas. Asegúrese de consultar a su médico antes de consumirlas.

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