Además del nacimiento de Jesús, se aguarda por la conclusión del año para recibir el Año Nuevo. Aún los que no tienen demasiado claro la conmemoración acuden a las juntas familiares y de amigos para brindar la mejor sonrisa y abrir el corazón.
Hay un espíritu de apertura, de bondad y de solidaridad para con los demás. Es como si la Navidad nos sacara lo mejor que tenemos en el alma y eso solo es una magnífica ocasión para celebrar.
El país y el mundo necesitan de eso, cada ser humano lo requiere de manera particular, y así lo demanda el núcleo familiar y el entorno de los amigos.
Y ni hablar de los vecinos que apenas se miran en las ciudades, los que a pesar de estar tan cerca viven tan distantes, que andan solos en la multitud.
Este sábado es muy oportuno para desde la tribuna de este diario desearles a todos y todas muchas bendiciones. Darles las gracias por ser parte de nosotros como lectores, como críticos y vigilantes de las cosas que hacemos durante todo el año.
Rogar porque cada uno de ustedes tenga en su mesa de forma simbólica pan y vino, y que puedan disfrutar en paz la Navidad y el Año Nuevo que está por venir.
También incluimos a todo nuestro personal que cotidianamente nos permite hacer este diario para que ustedes dispongan de las informaciones que ocurren en el país y en el mundo, como también las opiniones y las valoraciones de muchos de esos acontecimientos.
Nuestro deseo es que nadie se resista a ser feliz con su familia, con sus amigos y sus alrededores. Que coloquen la esperanza sobre la mesa, pues sólo quienes pueden hacerlo echan hacia adelante.
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