Si bien el consumo a largo plazo de cocaína, según está comprobado, genera trastornos como la epilepsia o en el cerebro, un equipo de investigadores argentinos del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) probó que a corto plazo también produce daño neuronal. De acuerdo con el estudio, un solo día de abuso de esta droga es suficiente para que se alteren los ritmos de sueño y vigilia y se produzcan modificaciones neuronales al afectar la corteza y el tálamo del cerebro.
Este último está formado por diferentes agregados de neuronas, que se ubican en el centro del cerebro. El tálamo recibe estímulos sensoriales, que son procesados y reenviados a la corteza cerebral, como por ejemplo la vista.
La investigación, hecha sobre ratones adolescentes luego de un "atracón" de cocaína, arrojó que el circuito que va del tálamo a la corteza se ve afectado con sólo abusar una vez del estupefaciente.
Para realizar la investigación, los investigadores del Conicet efectuaron tres inyecciones de cocaína durante un día para emular el consumo compulsivo de una persona que repite la aplicación de la dosis.
"Vimos cambios similares a los del Parkinson o la epilepsia", relata Francisco Urbano, parte del plantel investigador. Además, tras obtener electroencefalogramas de los ratones, el equipo constató que luego de la administración de cocaína la actividad eléctrica correspondía a la etapa del sueño y no a la de vigilia.
Pero también pusieron el foco en las neuronas del tálamo, en particular, sobre los canales llamados "T", que transmiten señales de la membrana neuronal. Cuando esos canales están activados en exceso, generan en el individuo frecuencias eléctricas que pertenecen al rango del sueño, a pesar de estar despierto.
"La cocaína activa los canales T y genera una contradicción en los ritmos neuronales: hace que el cerebro del animal se encuentre en un estadio de sueño, cuando su cuerpo está activo y despierto, y eso genera patologías", explicó uno de los investigadores, Francisco Urbano.
"Si esto sucede en forma aguda, cuando se inyecta a un animal durante un día, es muy fácil imaginar qué pasa con el abuso de drogas durante toda la adolescencia", añadió Urbano.
El abuso de cocaína sobreestimula el cerebro y aumenta la función muscular, pero los ritmos eléctricos cerebrales y la actividad del canal T están asociados con el sueño. Esta situación es sumamente dañina. A su vez, por ejemplo, explica el por qué las personas que consumen drogas presentan mayores dificultades para concentrarse.
El equipo a cargo de la investigación está formado por Francisco Urbano y Belén Goitia, del Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias (Ifibyne) de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEyN). También participaron miembros de del Instituto de Investigaciones Farmacológicas (Ininfa), de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA.
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