La secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, negó hoy que los esfuerzos de apertura de su Gobierno hacia Cuba escondan una mayor tolerancia hacia el régimen instaurado por Fidel Castro y dirigido ahora por su hermano Raúl. "Nuestra posición ha sido la misma durante más de cincuenta años. Creemos que Fidel Castro debe irse", dijo Clinton en una audiencia ante el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes.
"Por desgracia, no parece que vaya a ir a ninguna parte", añadió, refiriéndose al papel que el comandante mantiene en la vida política del país pese a haber cedido el poder a su hermano en 2006.
Clinton respondió así a la afirmación de la presidenta del comité, la republicana de origen cubano Ileana Ros-Lehtinen, de que Washington mantiene un "doble rasero" en su política hacia Cuba, ya que no le aplica el mismo mensaje que, por ejemplo, envió a Muamar el Gadafi al declarar que debía abandonar el poder en Libia.
La secretaria de Estado rechazó que exista, en efecto, un doble rasero, pero reconoció que sí hay un "necesario doble enfoque", que se traduce en la asistencia humanitaria y en medidas como la relajación de las restricciones de viaje y de envío de remesas.
"Queremos democracia para Cuba, pero también queremos llevar ayuda a la gente que pide cambio", indicó.
Respecto al caso del contratista estadounidense Alan Gross, condenado a 15 años de prisión en La Habana tras ser acusado de actividades subversivas contra el Estado cubano, Clinton rechazó las informaciones según las cuales el Departamento de Estado hizo ofertas al régimen de Castro para su liberación.
"El Gobierno de Estados Unidos no ha estado en ningún punto dispuesto a hacer concesiones al régimen cubano para intercambiar a Gross por prisioneros cubanos", aseguró la titular de exteriores, refiriéndose a los cinco agentes de ese país condenados en Miami por espionaje.
Uno de ellos, René González, fue liberado este mes, lo que desató los rumores en la prensa sobre el posible intercambio, algunos de ellos citando como fuente a funcionarios del Departamento de Estado.
Clinton justificó las "reuniones regulares" que los diplomáticos estadounidenses mantienen con autoridades cubanas por las "preocupaciones comunes" que Washington comparte con la isla, como la inmigración y la lucha contra el narcotráfico.
Estados Unidos y Cuba no tienen relaciones diplomáticas desde hace casi medio siglo, cuando Washington estableció en febrero de 1962 un embargo total contra la isla bajo el gobierno comunista.
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