La investigación presentada ante la Sociedad americana de psicología, titulada Variaciones culturales en el mercado sexual: La igualdad de género es correlativa con mayor actividad sexual, analizó las respuestas de 317 mil personas de 37 países de todos los continentes (menos Oceanía), que fueron sondeadas sobre sus hábitos sexuales a través de Internet por Durex, una compañía fabricante de condones.
De ella, los investigadores Roy Baumeister -PhD en psicología social de la Universidad de Princeton- y el colombiano Juan Pablo Mendoza -magíster en economía social de la Universidad de Ámsterdam-, tomaron básicamente cuatro preguntas: ¿qué tanto usted promueve la abstinencia sexual antes del matrimonio? ¿Ha tenido o no sexo casual? ¿Cuántas parejas sexuales ha tenido? ¿A qué edad perdió la virginidad?
Las respuestas fueron relacionadas con las calificaciones que el Foro económico mundial asigna a los países sobre igualdad de género, en el informe anual Empoderamiento de las mujeres: la medición de la brecha de género en el mundo (usando indicadores en política, educación, salud y economía). Y el resultado mostró que en los lugares que reportaron mayor igualdad de género, las personas eran más propensas a tener sexo casual, a tener más parejas, sus primeras relaciones sexuales tendían a ser en edades más tempranas y existía una mayor tolerancia de las relaciones sexuales prematrimoniales, en comparación con quienes viven en países donde la situación de las mujeres es marcadamente inferior a la de los hombres. En pocas palabras, la igualdad de género parece abonar el terreno para una apertura sexual.
Estos resultados concordaron con las premisas de la teoría de la economía de la sexualidad, que Baumeister -incluido por el Instituto de información científica entre los 10 psicólogos más citados en el mundo- publicó en el 2004. Él asegura que una comunidad heterosexual puede ser analizada como un mercado, en el que los hombres buscan obtener un intercambio sexual ofreciendo otros recursos no directamente sexuales como amor, humor, estabilidad emocional y económica y hasta ciertos bienes materiales a cambio.
El coautor del estudio, el colombiano Juan Pablo Mendoza, explica desde Ámsterdam en qué consiste esta propuesta: "Roy y una colega -Kathleen D. Vohs- reunieron la evidencia que les permite afirmar que la sexualidad funciona como un mercado, en el que los precios cambian dependiendo del escenario. En un país como Guatemala, por ejemplo, donde las mujeres no tienen las mismas facilidades que los hombres para conseguir un buen trabajo, la sexualidad adquiere un valor más alto que en un país con igualdad de género, donde la mujer no se ve obligada a usarla para alcanzar recursos materiales".
La teoría toma principios de las ciencias económicas y los lleva al campo de las relaciones humanas. En este caso, la conclusión es que cuando la mujer está en condiciones desiguales usa su sexualidad para conseguir algo adicional y, a cambio, el hombre debe dar algo en retribución.
La economía sobre la mesa ¿o sobre la cama?
Aunque la polémica por señalar al sexo como un valor en un mercado no se ha hecho esperar, Mendoza asegura que la suya no es una teoría sobre el comercio sexual, sino sobre las relaciones humanas a las que se han aplicado principios económicos. Es decir, números fríos para analizar el comportamiento en distintas sociedades.
Por eso, él y Roy Baumeister afirman que cuando las mujeres tienen el mismo acceso a oportunidades educativas, económicas, sociales y culturales que los hombres, el ejercicio de la sexualidad de ambos es más frecuente y libre.
Ese es el caso de Suecia, país que ocupó el primer puesto en igualdad según el Foro económico mundial y que en la encuesta reportó una baja promoción de la abstinencia (2 por ciento de los encuestados); una tendencia elevada a encuentros sexuales casuales (64 por ciento); una alta cantidad de parejas sexuales (11 en promedio) y una tendencia a las relaciones sexuales tempranas (a los 16 años en promedio).
Esto se contrasta con India, país en que la medición ocupó el lugar 53 y que en la encuesta presentó que sus habitantes tienen menos parejas sexuales (3 en promedio), inician su actividad sexual a una edad mayor (19,8 en promedio), el 49 por ciento de las personas promueven la abstinencia y el 13 por ciento han tenido encuentros casuales.
Algunos apuntes
Frente a la investigación, la sexóloga y terapeuta de parejas colombiana Nelly Rojas de González, dice que "es imposible que en estos estudios se incluyan todas las variables y, a mi parecer, los sentimientos".
Aún así, reconoce que, a pesar de que la conclusión del estudio es general y no entra en pormenores, "es cierto que en países donde no hay igualdad de género, las mujeres han sido dependientes de los hombres. Por esto, muchas (no todas) tratan de controlar la figura masculina hasta cuando sientan que hay confianza, que hay cariño y que hay respeto, y ahí ejercen su sexualidad. En países donde hay igualdad de género, la sexualidad es un elemento más para enriquecer las relaciones de pareja y lo trabajan de igual a igual".
Juan Pablo deja claro que esta teoría no explica el amor, sino "el intercambio biológico entre hombres y mujeres (la sexualidad) que se involucra con fenómenos culturales". Así también está consciente de que la propuesta está muy lejos de ideales románticos.
En el caso colombiano la sociedad predica (aunque en la práctica esto pueda variar) un ejercicio sexual ligado a la afectividad, el amor o la promesa en las mujeres, mientras que para los hombres no rigen las mismas reglas. Mary Luz Mejía, asesora de salud sexual y reproductiva del Fondo de población de las Naciones Unidas, explica que "estamos en una comunidad donde el imaginario social, el inconsciente colectivo que circula sobre las relaciones, obliga a las mujeres a amar a alguien cuando tienen una relación sexual". Este mismo valor califica a un hombre mujeriego de donjuán y a una mujer, en las mismas condiciones, de fácil.
Y en esta misma línea del valor social, Rojas explica que "la tendencia muestra que la mujer se abre al sexo a través del afecto y el hombre al afecto a través el sexo". Es decir, no hay una relación entre iguales, por lo que el hombre, según el estudio, ofrecería afecto para conseguir su objetivo.
Manzanas y peras no dan fresas
Aunque Colombia no estuvo contemplada en la encuesta de este estudio, Juan Pablo Mendoza asegura que las conclusiones también se relacionan con el país. El ejemplo que usa, es el caso de las mujeres de la huelga de piernas cruzadas en Nariño. "Ellas se negaron a hacer el amor, hasta que sus compañeros comenzaran a hacer algo para que arreglaran la carretera que está en mal estado. Este es un caso extremo, donde las mujeres usan su sexualidad para alcanzar las cosas que buscan".
A pesar de esto, hay que aclarar que "un estudio como estos no se puede calcar y aplicar a Colombia, porque daríamos únicamente juicios de valor", como explica Mary Luz Mejía. Para probar con certeza estas premisas, sería necesaria la medición de hábitos sexuales de los colombianos para confrontarlos con datos del Foro económico mundial.
Aunque los resultados del estudio han sido tan alabados como criticados, su mensaje final podría verse como positivo, pues como concluye Mendoza, "la propuesta se ha interpretado con un mensaje errado. Se piensa que lo que afirmamos es que la mujer es una vendedora o manipuladora de la sexualidad, cuando en realidad, ella actúa como dicta su cultura".
Chile fue el único país latinoamericano incluido en el estudio. De otros continentes, algunos países tomados para la investigación fueron: Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Suecia, España, Francia, Turquía, Singapur, China, India, Indonesia, Malasia, Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica.
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