Quizás para quienes tenemos la responsabilidad de escribir, valorar y sugerir posibles contribuciones para las soluciones del tema de la inseguridad ciudadana nos resulte reiterativo de tanto insistir. Sin embargo, la magnitud del problema nos lleva a arriesgarnos aunque así pudiéramos lucir.
La criminalidad está llegando a un punto más que preocupante. Es algo que está atentando contra la seguridad ciudadana, la que no sólo es víctima directa de los actos delictivos que se manifiestan por todas partes y bajo las más diversas modalidades, sino que también es presa del miedo.
Es algo además que está afectando seriamente la imagen del país, justo una nación que ha hecho del turismo su principal actividad económica, en que muchas personas de los distintos rincones del mundo se deciden a venir a la República Dominicana para pasar sus vacaciones, y muchos otros que hacen de este país un escenario para sus inversiones y para vivir.
Los últimos hechos criminales son espantosos. Actos que al parecer tienen motivaciones distintas, pero igualmente crueles, en que se revela una perversidad en sus ejecutores. Queda la impresión de que hay un gozo en esos hechos de sangre.
El tema es de Gobierno, es de Estado y es de la política, pues deberá ser atendido con propuestas claras para parar este chorro de sangre que está bañando al país por todas partes y por los más diversos motivos.
Es como si matar ha sido una opción asumida convincentemente por muchos que nos daña a todos. El tema sale cotidianamente, le salió al presidente Leonel Fernández en su diálogo con 19 sectores de la capital en Gualey, y es casi seguro que le saldrá en sus próximas conversaciones por todo el país.
Nos falta un plan de seguridad.
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