Era extraño pensar que un niño podría enamorarse, pero nuestra sociedad se está acercando cada vez más a este fenómeno. El libro “El niño que enloqueció de amor” y el psicoanálisis sobre la sexualidad freudiana han familiarizado a la gente con conceptos asociados al desarrollo psicosexual infantil.
Complejos como el de Edipo y de Electra se vuelven más frecuentes y son reconocibles en las conductas de los niños.
Las niñas quieren casarse con el padre y los niños quieren a sus madres sólo para ellos a toda costa. Aunque no lo parezca, la psicóloga y magister de la Universidad Autónoma de Chile, Paulina Gaspar, asegura que es una etapa totalmente normal dentro del proceso de maduración psicoafectiva.
Al ingresar al colegio y adquirir mayor madurez, la red social de los niños se amplía y comienzan a sentirse atraídos por sus compañeras, forjando sus primeras relaciones. Ante esto la especialista afirma que estos lazos no deben “adultizarse”.
“A veces los padres les sugieren a sus hijos que le escriba cartas a su amiga especial o que le regale flores. Con esto sólo violentamos una relación que es rica en ingenuidad y espontaneidad infantil”, dice.
Lo otro que debe hacerse es fortalecer los espacios y tiempos que la familia comparte con el niño,aprendiendo a reconocer y satisfacer sus necesidades afectivas, integrándolo gradualmente a diversos grupos de pares, tales como vecinos de su edad.
Según la especialista habría ciertas dinámicas familiares carenciadas que podrían influir en el enamoramiento que sienten algunos chicos hacia sus profesores.
“Se puede dar en casos en que hay necesidades afectivas no satisfechas, porque la familia no logra adaptarse a sus requerimientos en cuanto a atención y contención emocional. Esto se da mucho en familias desligadas, donde cada uno come viendo TV en sus dormitorios y se han perdido los espacios para conversar en familia”, explica Gaspar.
ENAMORADIZA DESDE KINDER
Consuelo Fernández (19) confiesa que se ha enamorado dos veces de dos profesores distintos. La primera vez fue a los seis años.
“Cuando yo iba en kinder tenía un profesor muy bonito y decía que me gustaba y hasta mis papas me molestaban. Después en segundo medio llegó un profesor al colegio que era simpático y amoroso. Pero ahí no era sólo yo, andábamos todas detrás de el”, comenta entre risas.
Frente a casos como estos, la magíster de la Universidad Autónoma afirma que efectivamente un niño o niña puedeenamorarse de un profesor, hablar mucho sobre él, idealizarlo diciendo que todo lo que hace está bien, comenzar a imitarlo en su forma de hablar o de vestir y usarlo como modelo a seguir.
Un factor importante es jamás burlarse ya que, según expresa la especialista, “se podría perder la confianza del menor”, agrega.
Otro elemento relevante es poner más atención cuando estas situaciones se dan en la adolescencia. “Si bien el pololeo es una actividad normal durante este periodo, es necesario considerar la diferencia de edades entre dos personas que pololean. Cuando esta diferencia supera los cinco o diez años, ambos serán sujetos de experiencias sexuales distintas y podría verse como una conducta riesgosa”, señala Gaspar.
Aunque sea difícil esto es exactamente lo que deben hacer los progenitores: respetar y aprender lo que se comunica tanto verbal como no verbalmente. Estando atentos a cualquier situación que salga de lo normal, es factible diferenciar las relaciones sanas de las enfermizas.
“En el caso de que en la relación se cometa algún abuso, lo primero es escuchar y no culpar al joven de lo ocurrido porque sólo lo victimizamos más. En estos casos lo ideal es brindar atención psicológica”, explica la terapeuta.
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