En una entrevista televisiva en 2008, Bill Gates, reconocido fundador de la empresa Microsoft, ante la pregunta: ¿Qué puede hacer América Latina para mejorar su educación y competir en el mercado mundial como China e India?, respondió de manera categórica: “comenzar sintiéndose mal, siendo más humildes. La manera de despegar es sintiendo que estás quedándote atrás”. Para Gates, el segundo hombre más rico del mundo detrás del mexicano Carlos Slim, las universidades latinoamericanas no están formando los profesionales del futuro.
Evidentemente, RD no es la excepción a esta realidad.
Según el informe “El Estado de la Ciencia” publicado por la Organización de Estados Iberoamericanos, los grandes centro de educación superior en América Latina tienen un exceso de matriculados estudiando Derecho, Psicología, Sociología, Filosofía e Historia y muy pocos estudiando Ciencias o Ingeniería, carreras íntimamente relacionadas con la innovación y la tecnología, características fundamentales de la nueva economía del conocimiento. Actualmente 57% de los estudiantes latinoamericanos estudian Ciencias Sociales y solo 16% estudia Ingeniería. Por el contrario, en China ingresan anualmente 1.2 millones a estudiar Ingeniería y apenas unos 18 mil a Historia o Filosofía, mientras que en India estudian 69 ingenieros por cada matriculado en Ciencias Sociales.
República Dominicana no difiere de esta tendencia regional en educación superior.
El 65% de los estudiantes matriculados cursa carreras en Ciencias Sociales, Filosofía y Humanidades, mientras que sólo 2 de cada 10 estudian Ingeniería o Tecnología según el Ministerio de Educación Superior. Persiste además una fuerte concentración de estudiantes (51%) en cinco de las 43 carreras existentes según el MESCyT (Educación, Contabilidad, Derecho, Mercadeo y Administración de Empresas), cuyos alumnos, en la mayoría de los casos, no las cursan por vocación sino por su grado de uso de las Matemáticas. Dentro del acalorado debate sobre el presupuesto de educación en nuestro país, debemos preguntarnos a qué educación aspiramos. Si queremos capitalizar el crecimiento y el clima de estabilidad macroeconómica que experimentamos para enfrentar con éxito los retos que prevalecen a nivel sectorial (electricidad, salud, educación, transporte, vivienda) tenemos formar más profesionales enfocados hacia la tecnología, la innovación, la investigación y el emprendedurismo.
Tenemos uno de los sistemas de educación superior con más instituciones por estudiante.
Sin embargo, el mismo adolece de agudas deficiencias.
Se evidencia un bajo nivel académico con que ingresan los estudiantes a las Instituciones de Educación Superior (IES), esto producto de la baja calidad de la educación básica y secundaria.
Existe además un fuerte desequilibrio entre la docencia, la investigación y la extensión, que se expresa en un estancamiento curricular y por ende, en la baja calidad del sistema y sus egresados. Asimismo, la baja formación pedagógica y científica de los profesores, unido a la pérdida de prestigio de la condición de docente y sus precarias condiciones salariales constituyen un panorama preocupante para el futuro de la educación superior en el país.
Bill Gates, nunca terminó su carrera universitaria en Harvard. Sin embargo, su educación secundaria le otorgó todas las herramientas necesarias para ser un pionero y empresario exitoso, enfocado en la tecnología y la innovación.
Según sus palabras, si hubiera estudiado en cualquier otro lugar del mundo, hoy sería simplemente “un mal agricultor”. ¿Podríamos nosotros formar a un Bill Gates dominicano?
Frank Fuentes Brito
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