La controvertida guerra del Gobierno mexicano contra el narcotráfico, que se ha saldado con 30.000 muertos en cuatro años, asestó hoy otro golpe a los barones de la droga con la muerte del temible Nazario Moreno, mesiánico y violento líder que se había adueñado del estado sureño de Michoacán. La caída de Moreno, alias "El Chayo", fundador y principal líder del cartel de La Familia Michoacana, se produjo en intensos tiroteos entre sus sicarios y agentes federales en el municipio michoacano de Apatzingán desde la noche del miércoles y continúan aún.
El portavoz de Seguridad Nacional, Alejandro Poiré, informó de la muerte de Moreno en un mensaje leído a los medios de comunicación y añadió que en total perdieron la vida en la operación once personas (cinco policías federales, tres delincuentes y tres civiles). La ferocidad con que los sicarios defendieron la que es considerada una de sus bases hizo suponer a las autoridades que los pistoleros defendían no sólo su plaza, sino que protegían a uno de sus máximos líderes.
Los pistoleros incendiaron y tirotearon vehículos que utilizaron como barricadas y para distraer a las fuerzas federales. Éstas, apoyadas por helicópteros, los perseguían, produciendo escenas dignas de una guerra en distintos puntos de Michoacán. Michoacán es un estado objetivo por los narcotraficantes por sus campos de cultivo de marihuana y amapola y sus costas bañadas por el Pacífico, a donde llegan embarques de cocaína y materia prima para elaborar drogas sintéticas.
Posible reacción violenta
El liderato de La Familia Michoacana era compartida por Nazario Moreno con Jesús Méndez, "El Chango", quien quedará al frente de uno de los carteles más poderosos y violentos de México, por lo que analistas consideran que tras la muerte del primero podría venir una escalada de violencia.
Expertos recuerdan que en 2009 el cártel reaccionó con virulencia al matar a doce agentes federales después de la captura de uno de sus líderes operativos, Arnoldo Rueda, alias "La Minsa". La Familia surgió como respuesta a la penetración en el estado de Michoacán del cartel de "Los Zetas", otra banda de criminales sanguinaria, a quienes tras una alianza decidieron y consiguieron sacar de la región a base de decapitaciones y, según autoridades federales, tejiendo redes de complicidad con numerosos alcaldes y jefes policiales del estado.
La Fiscalía mexicana ofrecía 30 millones de pesos (unos 2,5 millones de dólares) por información que llevara a la captura de "El Chayo", quien aparecía en la lista a la cabeza del grupo La Familia Michoacana junto con "El Chango" Méndez y Servando Gómez "La Tuta".
Guerra al narcotráfico
La caída de "El Chayo" se suma a la detención o muerte en el último año de poderosos capos de distintas bandas, como los hermanos Arturo ("El jefe de jefes"), Ignacio "Nacho" Coronel, Teodoro García Simental ("El Teo"), Edgar Valdez Villarreal ("La Barbie"), Antonio Ezequiel Cárdenas Guillén ("Tony Tormenta") y Sergio Villarreal ("El Grande").
Todas estas bajas se han producido durante la administración del presidente Felipe Calderón, cuyo mandato inició en diciembre de 2006 y culminará en noviembre de 2012, y que decidió lanzarse contra los cárteles de las drogas con el apoyo de 45.000 soldados y 20.000 agentes federales, estrategia criticada por diversos sectores que apuntan a un costo superior a las 30.000 vidas.
El Gobierno mexicano ha afirmado que la guerra contra el narcotráfico era necesaria para frenar el avance de estos grupos criminales y ha reconocido que "por desgracia" la ola de violencia continuará cobrando más vidas. En México operan otros seis grandes carteles de la drogas: el más poderoso hoy por hoy es el de Sinaloa, que dirige Joaquín "El Chapo" Guzmán, quien ha acumulado una fortuna de más de mil millones de dólares, según la revista Forbes.
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