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sábado, 11 de diciembre de 2010

¡La ignorancia nos hace ciegos!

Muy a menudo las personas levantan la cabeza y envían hacia el cielo una pregunta tan infinita como este, ¿ Cuando Señor, nuestra suerte ha de cambiar, hasta cuando?.¿Por que tanta miseria en mi vida, por que mis ratos de duda, incertidumbre y sufrimiento?. Y esas preguntas han quedado como siempre, sin una respuesta.

Si ellos pudieran mirar su rostro reflejado en las profundidades del mar como si fuera un gran espejo se contestarían así mismos que todas sus dudas quedarían tan claras como él, si preguntaran de la boca hacia adentro y no hacia afuera como normalmente lo hacemos todos.

Gibran Jalil en uno de sus libros comenta que un día en un rincón de la ciudad un pequeño ratón pedía al cielo por un enorme pedazo de queso.

Pasando un gato por el mismo lugar decía: ¡Bah! Como debo conformarme con solo un pedazo de queso, si fuera posible que del cielo llovieran ratones y leche ¡Oh! Señor de los cielos.
 Al mismo tiempo un gran perro que escuchaba las plegarias de aquellos dos también renegaba " Este par de necios, que no sabré yo que del cielo llueve salchichas y carne y no queso, ratones y leche".

Constantemente la gente tiende a mirar al cielo como para pedir algún favor a Dios, pero más a menudo aún que esas ocasiones la gente no recuerda a Dios si no es para molestarlo por algo, de esa manera no nos hacemos acreedores mas que a una larga lista de amonestaciones que nos llevan al final a recapacitar en los últimos momentos de nuestra vida: si yo hubiera podido.

 si yo hubiera dado. si yo hubiera tenido. si yo hubiera contado.si me le hubiera acercado.si lo hubiera escuchado.si yo hubiera hecho.si no la hubiera regado.Pero. lastima, el hubiera no existe. El ahora y aquí es lo importante. No existe mejor momento que el ahora, el hoy.

 Cuando un hombre piensa que mañana cambiara, jamás lo ha de lograr, por que siempre habrá un mañana.

La gente espera inocentemente ver a Dios en aras de un vuelo mágico y celestial. Dios esta aquí, desde hoy, desde ayer, desde siempre, desde tiempos inmemoriales. Dios no es de ahora, es de ayer.

Dios no es para mañana, es para este momento. Dios no es para recordarlo solo cuando "me nace recordarlo", "me nace ir a adorarlo a su casa, la iglesia", Dios es recordable todo el tiempo, cada segundo, cada minuto, cada hora, cada día, cada semana, cada mes, cada año, cada siglo, cada milenio, cada miríada.

Todo, todo el tiempo es importante y necesario pensar y mencionar a Dios, creer en él, vivir en él. Vivir en la familia es vivir en él y con él.

Vivir en el amor del próximo es vivir en él y con él. Es vivir en armonización constante con el universo mágico y celestial de Dios, en su mundo, en su cielo.

Pero, que es el cielo? Me preguntan una ocasión al termino de una de mis conferencias dirigidas a Padres e hijos, de pronto no supe que contestar, no por que no supiera la respuesta, si no por lo rápido de la pregunta, fue tan repentina, otra persona reacciona más rápido que yo y contesta: "Querida amiga el cielo es precisamente lo que nos acaba de mostrar el conferencista a través de sus palabras.

 Menos aún supe que contestar, me sorprendió la respuesta, antes de poder articular palabra alguna, aquella agradable señora prosiguió.

 El cielo es, dijo, lograr comprender el profundo mensaje de las personas que como ahora el Señor

Equihua nos manifiestan a través de sus palabras de sus talleres y de sus conferencias, el día que logremos escuchar y aplicar en el seno familiar dichas palabras vamos en tono con Dios y en camino de corregir y perfeccionarnos como seres humanos, realmente nos falta un gran camino por recorrer".

 Por un momento no supe que decir pero recordé a Chonita, una agradable ancianita que me dijo un día, "Gracias a Dios, hijo y a tu santa madre y a tu padre que han logrado hacer de ti y de tus hermanos lo que son, gracias a eso tus padres tienen un cielo en esta tierra de dificultades, borrascas y sufrimientos.

 Entonces pude sentir lo que es el cielo y desde entonces digo que el cielo esta en la tierra y ese infierno tan buscado por otros, también.

Un día un hombre se hace a la mar, se va de pesca ese fin de semana, pero no cuenta con que el tiempo pinta mal. Se acerca una fuerte tormenta, cuando intenta regresar al muelle las olas ya lo han arrastrado varios kilómetros mar adentro.

 Viéndose perdido aquel hombre, entre el vaivén de su frágil barca se pone de rodillas y comienza a orar. "Señor, ten piedad de mí y perdona todos mis pecados, sálvame de esta y te prometo que nunca mas he de volver a cometer errores".

El señor escuchó sus ruegos y le envió presto un enrome helicóptero, aun entre la marejada tratan de salvarlo pero el hombre aquel grita desesperado, ¡No, largo de aquí, váyanse que el Señor ha de venir y me salvará.

El helicóptero se retira del lugar no pudiendo hacer nada. A los pocos minutos una lancha costera pasa por el lugar y lanzando una cuerda al necio aquél le piden que se haga de ella, pero él no hizo caso y volvió a repetir, "Largo de aquí que le estorbaran a Dios para salvarme, el vendrá, ya falta poco.

En un momento más la barca en que se encontraba aquel hombre por fin dio una voltereta y se sumergió. Mas tarde el hombre se enfrentaba a Dios y tuvo la osadía de reclamarle. ¿"Dios mío por que me abandonaste, no te pedí acaso que me ayudaras y que a cambio no volvería a cometer errores, mira, me has dejado morir?".

"Acaso, hijo mío, contestó Dios, ¿No envié un helicóptero para salvarte y después una lancha para que te rescatara y las dos oportunidades que tuviste las perdiste por necio e ignorante?".

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