En el trayecto entre los puentes Presidente Peynado y Juan Bosch, al menos doscientos vertederos y cien cañadas vierten desperdicios sólidos y líquidos en los ríos Ozama e Isabela.
A partir de la confluencia, todos estos desechos toman un solo cauce y van a parar a la desembocadura y al litoral del Malecón de Santo Domingo.
En esta virtud, mientras esos vertederos estén activos, alimentando los dos ríos, la tarea de mantener limpios el puerto y el litoral equivaldrá a pretender curar la fiebre en la sábana.
El gran pasivo ambiental que deben eliminar las autoridades son los vertederos de veintenas de barrios que utilizan al Ozama y el Isabela como una gran cloaca. A eso se suma el saneamiento de las cañadas que desembocan en esos ríos.
A juzgar por la magnitud del problema, se requiere una fuerte alianza entre autoridades ambientales, municipales, juntas de vecinos y organizaciones empresariales y comerciales que destinen recursos y esfuerzos para eliminar los vertederos.
Los ríos Ozama e Isabela “aportan” diariamente cientos de toneladas de sólidos, sobre todo plásticos, y miles de metros cúbicos de contaminantes líquidos que van a parar al puerto y al litoral, con todas las consecuencias ambientales imaginables.
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