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martes, 23 de noviembre de 2010

El riesgo de maltrato aumenta con la independencia femenina

¿Por qué tantos hombres matan a tantas mujeres? ¿Por qué tantos otros las maltratan? ¿Por qué se habla de un fenómeno que afecta a todas las clases sociales, a todas las razas, a todas las sociedades? Miles de organismos y centros del mundo buscan indicios, perfiles, pautas, y en definitiva, alguna luz que arroje respuestas a estas preguntas.

A simple vista parecería que todos los avances que ha logrado la mujer en su lucha por adquirir los derechos que le corresponden como ser humano fuera un factor a favor de la disminución de los casos de violencia y feminicidios. Pero tristemente, según señala la coordinadora de programas de la Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres, Sara Vicente, las tendencias apuntan a que el avance de las mujeres hacia la obtención de sus derechos genera una mayor tendencia a la agresión.

"Nos estamos dando cuenta que existe una mayor reacción por parte de los varones que no quieren perder sus privilegios, ni ceder espacios de poder, y mucho menos en el ámbito personal y familiar, y como consecuencia, se imponen con violencia". 

Este aspecto, señala Vicente, se observa sobre todo en Europa, donde el avance de las mujeres en su camino de igualdad está siendo considerable.

Según el III Informe Internacional de Violencia contra la Mujer elaborado por el Centro Reina Sofía de España en este año 2010, las edades de la mayoría de las víctimas a nivel mundial oscilan entre los 35 y 44 años, un rango de edad en el que la mayoría de mujeres adultas alcanza su mayor realización económica y profesional.

La cultura machista

El informe añade que la cultura patriarcal que fomenta la desigualdad entre los sexos, y hace que se considere a la mujer como un ser subordinado al hombre, inferior e incluso "como un objeto de su propiedad", es uno de los factores que continúa fomentando la violencia de género.

Asimismo, las instituciones educativas, laborales y judiciales en muchos casos, reproducen el modelo de relación de poder "vertical, autoritario y sexista". De igual modo remarca que todavía el ambiente social y las instituciones "reduce la importancia o justifica el comportamiento violento en general y la violencia de pareja en particular, considerando esta última como un asunto familiar en el que no hay que inmiscuirse".

Un compromiso de Estado

De acuerdo con el Simposio Regional Violencia de Género en RD: Avances y Desafíos, presentado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas en República Dominicana (UNFPA) en enero de 2010, la solución exige "una clara voluntad política y un compromiso declarado, visible e inquebrantable". La presentación destaca tres pilares básicos que los Estados "deben trabajar para cumplir con sus deberes":

- Garantizar la protección jurídica.

- Formular y ejecutar políticas públicas.

- Establecer como fundamento de la cultura el respeto a las personas.

El UNFPA deja claro que es urgente que el Estado defina programas de Prevención, Protección, Castigo y Reparación, ya que: "Para que exista un estado de derecho, no puede existir violencia contra las mujeres".

principales factores de riesgo individuales

De la víctima

En principio, cualquier mujer, por el

mero hecho de serlo, puede ser maltratada por su pareja o ex pareja. No hay factores de riesgo característicos de las víctimas, aunque la dependencia económica, emocional y una visión excesivamente romántica de las relaciones amorosas puede contribuir, si no al origen, al mantenimiento de la violencia de pareja. 

Del agresor

-Interiorización de un modelo de masculinidad rígido y estereotipado. Interpretan determinadas conductas de la mujer como una amenaza a su autoridad y consideran legítimo el uso de la fuerza para mantener el control sobre la situación y sobre su pareja. Ello explica los altos porcentajes de agresores que asesinan a su pareja cuando ésta decide abandonar la relación.

Presencia de notas psicológicas relacionadas con la socialización sexista recibida:

Misoginia: Creencia en la superioridad del varón respecto de la mujer y en la existencia de unos roles sexuales propios de uno y otro sexo.

Inseguridad y baja autoestima: Suelen ir unidas a una elevada dependencia de la pareja, temor al abandono y celos patológicos.

Impulsividad o falta de autocontrol: Creencia en la legitimidad del uso de la fuerza y la disciplina con su pareja.

Posesividad: Creencia de que el matrimonio conlleva la posesión de la mujer, a la que considera un objeto de su propiedad.

Hipercontrol: Tendencia a controlar de manera compulsiva a la pareja en todos los aspectos posibles: forma de vestir, contactos familiares, amistades o compañeros de trabajo, lugares a los que acude, horarios de salida y llegada, etc.

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