PRESIDENTE DEL MOVIMIENTO NACIONAL ::DE LO MIO::
Muchos son los sectores que han estado pidiendo el debate presidencial en la actual coyuntura electoral que nos encamina a las urnas el próximo 20 de mayo para elegir a los nuevos mandatarios.
Es un tema que se renueva, aunque es una vieja aspiración de la democracia dominicana. Quizás en el fondo más que escuchar los planteamientos de los principales candidatos con el propósito de variar la decisión del voto, sea en realidad un anhelo por civilizar el ejercicio de la política.
Y la verdad es que si así fuera, como quiera sería una aspiración válida y útil para la significación del oficio de la política y de la democracia.
Nunca hemos podido tener un debate presidencial de ninguna forma. Apenas los candidatos se han juntado para exponer uno tras otros en los mismos escenarios.
Cuando más hemos progresado es cuando se ha logrado llevarlos al mismo tiempo para que se escuchen entre ellos al exponerles a los presentes, aunque sin posibilidades de que los asistentes pudieran abrir un debate con sus preguntas.
Se ha tenido miedo a debatir, aunque muchos se escudan en la actitud dominicana de que quien está arriba no debate con el que está abajo. Siempre asume que le da la oportunidad de que le saque algunas ventajas.
En este proceso electoral se han levantado las más disímiles excusas para esquivar el debate, pese a que los dos principales candidatos presidenciales han acogido la idea.
Sin embargo, esa postura queda desmentida cuando sacan sus condicionamientos para acudir al escenario en que los electores tendrán la oportunidad por primera vez, una conversación que ya es un requisito en los países civilizados.
Hasta en Haití se realizó con éxito esa práctica en su último proceso electoral presidencial.
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