Especialistas reclaman a la escuela y la familia atención en los años adolescentes. Necesitan digerir la información, coinciden...Un día de estos habrá que hablar del tema. El hijo o la hija empiezan a pasar más horas sin tener sobre ellos unos ojos adultos, y los escotes y los pelillos en la barba muestran una actividad hormonal de la que ya no hay escape.
La afectividad y la sexualidad ¿son educables? Esa ha sido la pregunta que la Fundació Grifols, que preside la catedrática Victoria Camps, planteó a diez expertos en adolescentes, como profesores, especialistas en anticoncepción, en salud reproductiva, sicología clínica, enfermería, pedagogía...
"La respuesta es que sí, pero no hay recetas", resume la doctora Rosa Ros, coordinadora del grupo de trabajo y directora del Centro Juvenil de Anticoncepción y Sexualidad de Barcelona.
Los expertos coincidieron en que las claves se encuentran en ligar afectividad y sexualidad (que no es lo mismo que amor y sexo) y reconocer que se educa en ambas cosas desde que son muy pequeñitos, con la ternura, los abrazos, los límites, las caricias, que todo eso configura la respuesta al placer y sensibiliza el ánimo.
"Cuando llega la adolescencia hay que seguir, lógicamente, de otro modo, porque el desarrollo de la propia sexualidad tiene un carácter muy subjetivo", apunta Rosa Ros.
"Pero hay que estar, y estar atentos a que esa tristeza no se perpetúe, entender que hay una acumulación de emociones de las que hasta ahora no habían hablado".
A los padres, los expertos que han elaborado este documento, les piden que estén presentes, a mano, atentos, que saquen esos temas que ayudan a pensar y que no se limiten a decir no o no decir nada.
A esas edades, señalan, educar a los hijos es más reconducir que prohibir.
A las escuelas les proponen la transversalidad de esta formación (no sólo información, no sólo una máquina de preservativos). Insisten en que las emociones, el respeto, el aprender a decir no, el saber no sólo cómo se hace sino qué se quiere hacer, forman parte de su educación.
Y que utilicen un modelo que da buenos resultados: los talleres, tanto segregados como mixtos. Hacen hincapié en que esos talleres favorecen que los chicos hablen, que son los que menos lo hacen, pero sobre todo permiten contrastar, porque "abundan las informaciones locas que adquieren directamente de las series o de videos porno en internet y que no saben distinguir de la realidad", señala la experta en sexualidad adolescente.
"Es quizá lo que más nos ha movido a plantear este debate; esas contradicciones de una sociedad que recibe enormes cantidades de información a través de series de televisión y una familia y una escuela que guardan silencio", señala Victòria Camps.
Ese caos, esa falta de criterio es lo que reciben estos adolescentes que adelantan sus relaciones cada vez más -entre los 15.5 y los 17.9 años, según el último informe Faros del hospital de San Juan de Dios-, que en ocasiones se relacionan sin saber si es lo que quieren.
"Incluso tenemos muestras de un adelantamiento en las primeras experiencias homosexuales, mucho antes de que se defina su opción", indica la coordinadora del informe.
"Reciben información fría y directa, desnuda completamente de afectividad, emociones, y que invita a actuar, a la actividad sexual pura y dura".
Y la sexualidad incluye autoestima, frustración, convivencia en grupo, derecho a equivocarse.
"Los adolescentes siempre están dispuestos a cambiar cosas si se les da espacio y un poco de ayuda", concluye Ros.
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