NIÑOS PESCANDO EN EL CONTAMINADO RÍO MOCA
EL PASADO 28 DE DICIEMBRE
Cada vez son mayores los temores por el auge de los casos de cólera que se están registrando en el país. Ya suman alrededor de 140 las personas afectadas y que han sido tratadas por la enfermedad. Muchas de esas personas se han recuperado con el tratamiento al que han sido sometidas.
Incluso, el director del Instituto Nacional de Patología Forense, Santos Páez Jiménez, señaló a este diario que había dos casos de personas fallecidas que podrían relacionarse con la enfermedad. Esa revelación, al parecer, no ha caído bien en el ámbito de las autoridades de salud. Es probable que haya un excesivo celo porque no se diga que una persona ha muerto de cólera. Es claro que es una enfermedad que puede matar, tal como ha estado sucediendo en el vecino Haití y donde las muertes llegan a 3,000 y tantas.
Puede ser comprensible que las autoridades dominicanas no quieran que se diga que nadie ha muerto de cólera, pues ello muestra que se ha tenido éxito en la política de tratamiento. Es decir, que se puede tener cólera, pero las personas no tienen que morir por ello.
El propio ministro de Salud Pública, doctor Bautista Rojas Gómez, ha afirmado que el país tendrá que acostumbrarse a vivir con esta enfermedad como algo endémico, al menos por un tiempo. Siendo así, los temores son razonables.
El país no está siendo higienizado para limpiar toda fuente de contaminación y para hacer de la limpieza un hábito preventivo. Los ayuntamientos no están haciendo su trabajo, ni mucho menos las autoridades están exigiendo una adecuada coordinación en ese sentido.
El otro elemento que crea perturbaciones o temores en la población es la presencia constante de haitianos que cruzan por la frontera desde Haití, donde hay miles de afectados.
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